SIN FE, NO HABRÁ UNIDAD NI BIEN

SIN FE, NO HABRÁ UNIDAD NI BIEN

Pero cuando venga el hijo del hombre ¿hallará fe en la Tierra?

(Lucas 18:8)

Esta declaración aparece al final de la parábola de la viuda y el juez injusto. En este pronunciamiento de Nuestro Divino Maestro, en la palabra del Evangelista Lucas, el propósito del mismo era enseñar a sus discípulos la necesidad de la oración perseverante, por la cual la viuda pudo lograr que un juez tan malo hiciera justicia.

En la actualidad, la desorientación está en esta enseñanza tan incomprendida. Todos queremos que al primer chasquido de los dedos, Dios, se haga presente y satisfaga nuestras peticiones, que más que un ruego es una exigencia.

Esta "indiferencia de Dios" hacia nuestros pedimentos son el origen egoísta de nuestra fe. No queremos que Dios intervenga en nuestra vida, sino lo queremos como una marioneta a nuestro servicio … ¿Y qué creen? … jamás será el medio correcto para conectar con Nuestro Padre, que está en el Cielo.

Ha cambiado tanto nuestra fe, que se ha convertido en una más de las supersticiones que compartimos.

La verdadera fe es la que recitamos en el Credo de los Apóstoles … sin poner en duda ninguno de sus artículos y con la convicción profunda de que son verdad.

Las experiencias de los Santos con relación a estas verdades han descubierto tantos caminos, que podemos escoger la ruta y la meta.

Una de las convicciones más profundas que debemos creer a pie juntillas, es que Dios es cercano, que no está tan lejos como lo suponemos, y que con el debido respeto podemos dirigirnos a Él, con la humildad de corazón que nos debe caracterizar como creatura, y orar y orar … Y luego pedir, y esperar el resultado de nuestra oración.

Cuando Nuestro Señor estaba orando en un lugar, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan el bautista enseñó a sus discípulos … Jesús les enseñó el Padre Nuestro, la más autorizada oración comunitaria, salida de la cátedra del mismo Dios. Como ven, es una oración sencilla para que la aprenda desde el más docto al más ignorante … Es una proclamación, una petición y una solicitud de perdón … Ésta es la forma de dirigirnos a Él. Siempre necesitaremos algo, donde el esfuerzo humano sea ineficaz. Para estos momentos y causas ¡está Dios!, no para bagatelas, sino para nuestro bien espiritual y material.

Nuestro Padre que está en los Cielos es el que otorga y el buen Jesús nuestro mediador. El hombre está destinado a vivir en comunidad, así que su oración debe ser comunitaria: donde estén dos o tres personas congregadas en mi nombre … he aquí, allí estaré yo en medio de ellos, así como estoy yo en medio de vosotros (Mateo 18:20)

¿Por qué es tan difícil creer en ello? Por nuestra falta de fe, respeto y convicción. Rezamos como ajenos a la oración, pensando en tonterías que nos distraen … es por eso que el mundo está como está. Todo es superficial; ir a Misa es como ir al cine; sólo faltan las palomitas.

No hacemos el esfuerzo de creer en lo que presenciamos … El Santo Sacrificio de la Misa es estar presentes en Jerusalén en el mismo momento de la Pasión; estamos siendo testigos de la Redención del hombre, y del Milagro Eucarístico más grande del universo: la conversión del pan y vino en Cuerpo y Sangre del Señor … ¡el alimento para entrar a la Vida Eterna!

Ya que vivimos en comunidad, necesitamos un elemento más: la unidad, tan necesaria para interactuar como el Cuerpo Místico de Cristo. Por eso nos ignora el infinito y perdemos la esperanza … porque no estás unido en lo fundamental y sólo hacemos oración individual y no en comunidad.

Dios siempre estará presente en el Santo Sacrificio del Altar y en la oración cuando somos más de dos o tres.

¿Queremos la conversión de los pecadores?

¿Queremos la liberación de las tentaciones?

¿Queremos la unidad de la Iglesia Católica?

¿Queremos la iluminación de los desertores?

¿Queremos el bien y la paz universal?

Bueno aquí esta la fórmula: Oración personal y comunitaria con una profunda fe y esperanza. Compartamos nuestra fe para tener una sola unidad de intercesores religiosos. ... Cuando todos adoramos y pidamos algo que sea con santidad de vida y unidad de convicción.

Los católicos estamos llamados a ser la sal de la tierra y la luz del mundo … hagámoslo realidad, unidos en un solo corazón, adorando a Nuestro Rey y Señor Jesucristo y pidiéndole al Padre su intervención para nuestras cuitas en unidad, sin discrepancia, sin envidias, sin intereses creados, con sinceridad.

Bueno, ya saben la receta para la prosperidad espiritual, política y económica de los hijos de Dios: ¡Rezad en la unidad!

Y se modificará el imperio del Demonio: el Liberalismo, el Relativismo y el Socialismo, padres mentirosos del azote en que vivimos: la dictadura de los "Derechos Humanos", la Reingeniería Social y su Ideología de género, el Feminismo, y el Aborto, que son los flagelos que generan la envidia, la avaricias o el deseo obsesivo por acumular dinero, riquezas y muchas otras patologías.

En la oración y la unidad, el mundo volverá al buen camino, fruto del esfuerzo de nuestra oración de fe y en la unidad doctrinal de nuestra Iglesia.