El 24 de Diciembre, a la media noche, los cristianos tenemos una cita con el Niño Dios... ¡Resulta que es el día de Su Cumpleaños... 2020!... Y todas las familias están invitadas a celebrarlo con una Cena en honor de Su Onomástico.

Además, obedeciendo a una antigua tradición, el homenajeado es el que distribuiría regalos entre sus invitados. El del Santo es el que regala, no al que le regalan.

Desgraciadamente, en lugar de ser un festejo para celebrar al "Dios con nosotros", es un acto de satisfacción personal para inundarnos de placer, de regalos, alcohol y falta de moderación en el cenar, arriesgándonos a subir de 2 a 3 tallas durante los festejos, que se iniciaron el 12 de Diciembre y terminan el 6 de Enero, período llamado comúnmente "el festejo de "Guadalupe-Reyes".

Todos debemos recordar que la Navidad es una fiesta del espíritu, porque reconocemos el origen de la fiesta: ¡el Nacimiento del Cordero Pascual!... Que será inmolado por la prevaricación de nosotros los invitados.

Así que moderación, Señores. No es cosa que celebremos como chanchos. Es el tiempo de reflexión y contemplación del Misterio más grande de la humanidad: la Encarnación del Verbo de Dios, que se ha hecho hombre para gestionarnos, o mejor dicho, ¡para pagarnos el ingreso al Cielo!... Sólo basta que queramos decir "sí", que queramos corresponder a Su Amor y Su Voluntad.

A Él le basta que le ofrezcan el mejor regalo que puede ofrecerle un alma humana: el corazón, envuelto con el espíritu de la paz, que inunda a las personas de buena voluntad.

Recuerden que la entrada a la Gloria, ya lo dijo un profeta, "Es por la puerta angosta". Si estás pasado de peso, lo más seguro es que te quedarás afuera. Por lo tanto... ¡Moderación y Felices Fiestas de Navidad!

SAPIENTIA LDI

EDITORIAL