PENUMBRAS Y CLARIDADES QUE HA DEJADO EL COVID

PENUMBRAS Y CLARIDADES QUE HA DEJADO EL COVID

Para algunos, el haberse contagiado de Covid, apenas representó un susto, unos días de malestar, y para otros, una verdadera angustia luego de días en el hospital.

Lamentablemente para otros, la pandemia ha resultado fatal y cruel porque no sólo les arrebató a seres queridos que ya eran vulnerables sino a otros que quizá lo eran sin parecerlo, y sorpresivamente se fueron.

¡Cuánto dolor, penumbra y miedo ha dejado el Covid en las familias!... Viudos, viudas, huérfanos de padre o madre, abuelos que ya no existen y, muy tristemente, jóvenes sin el futuro que soñaron.

A todas esas personas aún atribuladas por la pérdida de seres tan amados, les decimos que seguramente desde hace tiempo compartimos oraciones por todos los enfermitos, y hoy, compartimos sus penas.

Aunque parezca inútil algún consuelo humano, sabemos que el verdadero consuelo, resignación y fortaleza sólo pueden venir de Dios y de su Santísima Madre. Sólo Ellos pueden hacer meritorio nuestro dolor si ofrecemos estas duras pruebas por Su amor, y por la salvación de las almas de los que se han ido para que pronto encuentren la Bienaventuranza eterna. El enojo, la desconfianza o la desesperación sólo hacen más difíciles las cosas, mientras que la humilde resignación a la Voluntad de Dios y el dulce aliento de la Esperanza nos ayudan a hacer más llevaderas nuestras penas.

Dios es el dueño de nuestras vidas y Él mejor que nadie, sabe cuándo es el mejor momento para recogernos; quizá vivir más hubiera puesto en riesgo la salvación de sus almas. Siendo Dios infinitamente Bueno, sabía que era lo mejor para las almas que ya se nos adelantaron... y también para los que aún estamos vivos.... ¡para que veamos con claridad!

Antes del Covid, quizá muchos de nosotros sí veíamos, pero con cataratas, lo que la Iglesia y nuestros padres nos decían acerca de que nuestro fin principal era amar y servir a Dios y que esta tierra no era el Paraíso, sino mero tránsito para la felicidad eterna. Limitados por estas cataratas, nuestros ojos veían un cuerpo sano, ágil, vigoroso, quizá bello; un mundo tan moderno, tan progresista, tan tecnológico; el trabajo tan dinámico, y los proyectos tan retadores... En fin, el mundo nos parecía tan iluminado... ¡tan seductor!

También, cegados por esas cataratas, veíamos a Dios tan lejos, Sus Mandamientos tan difíciles, Sus Sacramentos tan indiferentes, las Misas tan innecesarias, el Rosario tan inútil...

Pero las fuertes crisis económicas y las muertes que a su paso ha dejado el Covid, han quitado de nuestros ojos esas cataratas y nos han dado claridad para que recordemos que Dios es el Señor de todo lo creado, que Nuestro Señor Jesucristo es "el Camino, la Verdad y la Vida" y que Sus palabras resuenan hoy más que nunca: "... porque separados de Mí, no podéis hacer nada" (Juan XV, 5).

SAPIENTIA LDI
EDITORIAL