
Bajan matrimonios y tasa de natalidad en Estados Unidos

El desplome del matrimonio impulsa la crisis de natalidad en Estados Unidos
La tasa de fertilidad estadounidense ha alcanzado en 2024 su mínimo histórico, según datos oficiales. Expertos católicos señalan que el principal factor detrás de esta tendencia es la drástica reducción de matrimonios, que ha provocado menos nacimientos y un preocupante envejecimiento de la población.
(UCANews/InfoCatólica) La natalidad en Estados Unidos continúa cayendo y, según los últimos datos, ha alcanzado cifras nunca vistas. El fenómeno, que preocupa tanto a las autoridades como a la sociedad civil, tiene múltiples causas, pero varios expertos católicos en política familiar y fertilidad coinciden en señalar una en particular: el declive del matrimonio. A su juicio, la reducción en el número de enlaces y la tendencia a retrasar la edad para casarse están estrechamente ligadas al desplome de la tasa de fertilidad, con implicaciones profundas para el futuro del país.
«Uno de los mayores factores que impulsan el descenso de la fertilidad estadounidense es la disminución del matrimonio», afirmó Leah Libresco Sargeant, escritora y especialista en política familiar, autora de varios libros, entre ellos «La dignidad de la dependencia: un manifiesto feminista», en declaraciones por correo electrónico a OSV News.
«La fertilidad dentro del matrimonio ha descendido algo, pero es mucho más estable y mucho más alta que la de las personas no casadas», añadió. «Si la gente se casara más a menudo (y antes), la fertilidad sería mucho más alta».
Libresco Sargeant y otros especialistas se pronunciaron tras un nuevo informe del Centro Nacional de Estadísticas de Salud de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), que reveló que la tasa de fertilidad alcanzó en 2024 un mínimo histórico.
El organismo federal informó de 53,8 nacimientos por cada 1.000 mujeres de entre 15 y 44 años, un 1 % menos que en 2023. Esto equivale a menos de 1,6 hijos por mujer, por debajo del umbral de 2,1 necesario para mantener la población nacional sin recurrir a la inmigración.
El informe también situó este descenso en una tendencia más amplia: entre 2007 y 2024, la tasa de fertilidad cayó un 22 %.
«La polarización política entre los sexos, el declive económico de los hombres y la degradación de las habilidades sociales y de las oportunidades de pareja entre los jóvenes adultos provocada por la revolución digital han dificultado que se emparejen, se casen y tengan hijos», señaló Brad Wilcox, profesor de sociología y director del Proyecto Nacional sobre el Matrimonio en la Universidad de Virginia, además de investigador en el Instituto de Estudios de la Familia.
Patrick T. Brown, investigador del Ethics and Public Policy Center, coincidió en que el problema está estrechamente ligado al matrimonio y recalcó que la caída de la natalidad es un fenómeno global.
«Hay muchos factores implicados, pero el principal es el descenso del matrimonio y de las relaciones estables», indicó. «En particular en Estados Unidos, donde desde la Gran Recesión —en torno a 2007— se ha registrado una caída de casi el 25 % en la tasa de nacimientos entre mujeres no casadas».
Si las personas se casan, añadió, siguen teniendo hijos: «En cierto modo, es una victoria parcial para quienes en el siglo XX estaban preocupados por el aumento de los nacimientos fuera del matrimonio. Pero no es que la gente se case y tenga hijos: sencillamente, no los tienen».
Según el censo de 2024, los hogares formados por matrimonios representaban el 47 % de todos los hogares en 2022, frente al 71 % en 1970.
Tanto Brown como Libresco Sargeant identificaron como factor clave el «coste de oportunidad» creciente: lo que las mujeres deben sacrificar para tener hijos, como estudios o carrera profesional.
«A medida que nos convertimos en una sociedad más próspera, el coste de oportunidad de tener hijos [o uno más] aumenta», afirmó Libresco Sargeant. «Es más tiempo fuera del trabajo —donde las mujeres ganan más que antes— y menos ingresos disponibles para consumo, ocio o viajes, cuando la oferta de actividades es más amplia que nunca».
La autora no aboga por empobrecer la sociedad para aumentar la natalidad, pero sí por medidas de apoyo, como un bono por nacimiento para suavizar el impacto económico inicial.
Otros expertos abordaron cuestiones como la infertilidad, que, según el CDC, afecta a 1 de cada 5 mujeres casadas de 15 a 49 años sin hijos previos.
Anna Halpine, directora ejecutiva de FEMM, un programa integral de salud femenina, señaló: «No se han estudiado a nivel poblacional las causas sociales y científicas a largo plazo de la infertilidad. Lo que sí sabemos es cómo apoyar a las mujeres que desean concebir para optimizar su fertilidad y salud, maximizando así la probabilidad de un embarazo y un parto saludables».
Ante esta crisis demográfica, Wilcox afirmó que «este momento otorga nueva legitimidad a la celebración católica del matrimonio y la paternidad». Recomienda que sacerdotes y laicos subrayen cómo la doctrina católica responde a los desafíos de la despoblación y busquen nuevas formas de facilitar que los jóvenes se conozcan y salgan juntos.
Por su parte, Brown instó a que la Iglesia transmita no solo el valor sacramental del matrimonio, sino también sus beneficios culturales y económicos, especialmente entre personas con empleos manuales o sin estudios superiores, que son las que menos se casan.
De esta forma, llamó a «restaurar la capacidad y el atractivo de casarse más jóvenes» y concluyó que «no es solo un desafío para la Iglesia Católica o para Estados Unidos, sino para todo el mundo, encontrar maneras de que hombres y mujeres se unan antes y lo hagan con éxito».