LA LUCHA A FAVOR DE LA TRADICIÓN DE LA IGLESIA CATÓLICA 

19.06.2020

LA LUCHA A FAVOR DE LA TRADICIÓN DE LA IGLESIA CATÓLICA

EL LLAMAMIENTO PARA LA IGLESIA Y PARA EL MUNDO

Dr. Álvaro Romo de la Rosa

Existen numerosos aspectos de la tradición de la Iglesia Católica, entendiendo por esto el depósito de la fe, el llamado Magisterio de la Iglesia que comprende todas las enseñanzas, desde las enseñanzas directas de Jesús Nuestro Señor, las de sus apóstoles, los evangelios escritos por ellos, los doctores de la Iglesia y sus obras, los resultados de los concilios de la Iglesia Católica, las enseñanzas de los papas, en especial cuando han sido hechas ex cathedra, ya que también los papas se pueden equivocar y aún más, pueden llegar a ser herejes o apóstatas, como lo han sido algunos que han sido considerados históricamente anti-papas.

Este breve trabajo se enfocará en un tema específico: el reciente "Llamamiento para la Iglesia y para el Mundo", un documento publicado el 8 de mayo de 2020 y suscrito inicialmente por tres cardenales, nueve obispos, ocho doctores, veintidós periodistas y trece abogados. En este documento, se señala cómo los hechos han demostrado que bajo el pretexto del Covid-19, se ha llegado a afectar negativamente los derechos de los ciudadanos, incluyendo la libertad de culto (mediante el cierre de las iglesias por un largo período). Muchos medios informativos han manifestado que hay alarma -confirmada por voces autorizadas- y eso ha llevado a sembrar el pánico con el único fin de imponer, si es posible permanentemente, formas inaceptables de restricción de las libertades, control de las personas y rastreo de sus movimientos. Estas imposiciones, señala el documento "preludian de manera inquietante un Gobierno Mundial que escapa a todo control.

No se niega la existencia de una pandemia, sino las incongruentes medidas que han considerado esenciales a las licorerías y otros negocios y en cambio a los templos y otros lugares de culto no. Por ello también se pide a la comunidad científica que vele por la salud de la comunidad, pero que se eviten, por ejemplo, vacunas en cuya producción de haya usado material procedente de fetos abortados o intentar formas de rastreo de movimientos o de localización mediante el uso de chips u otras tecnologías. Los intereses de las grandes compañías farmacéuticas y de sectores políticos que buscan una reducción drástica de la población, como los ciudadanos mayores, además de la promoción del aborto, deben evitarse a toda costa. Estos sectores cometen esos crímenes y al mismo tiempo se presentan como salvadores de la humanidad en medio de la pandemia.

En este llamamiento se solicita enérgicamente a los medios de comunicación que usen sólo la información demostradamente correcta, sin imponer censuras ni castigar a quien disiente de las posiciones oficiales. El diálogo tiene que ser democrático y será la mejor forma de evitar la imposición de formas sutiles de dictadura. También se cree que el cierre de las actividades comerciales desencadenado por la crisis ha hundido a sectores enteros de la economía en varios países. Eso puede favorecer la interferencia de potencias extranjeras, con serias repercusiones de carácter social y político.

Los funcionarios gubernamentales deben impedir estos intentos de ingeniería social y defender a los ciudadanos, evitando la criminalización de las relaciones personales y sociales cuando se exagera la promoción del aislamiento para manipular y dominar mejor a las personas. La Iglesia Católica, por su parte, debe reivindicar con firmeza su propia autonomía de gobierno, de culto y de predicación. Estos derechos fueron otorgados por nuestro Señor Jesucristo y los verdaderos sacerdotes y obispos que defienden la tradición católica tienen el derecho de decidir lo referente a la celebración de la Santa Misa y los sacramentos. El Estado no puede interferir en la soberanía de la Iglesia en estos aspectos. "Los derechos de Dios y de los fieles son ley suprema de la Iglesia que ésta no quiere ni puede abrogar", señala el documento.

Está muy claro. O estamos con Cristo o estamos contra Cristo. No deben los fieles dejarse intimidar por los que quieren hacernos creer que somos minoría. El enemigo al que nos enfrentamos siembra la división y propaga el temor, tratando de confinarnos a una realidad virtual. Pero Cristo Rey y Señor de la Historia ya nos prometió que las puertas del infierno no prevalecerán sobre la Iglesia (Mt. 16, 18). Dios juzgará por igual a los dirigentes de la Iglesia y a los funcionarios gubernamentales.

En otro artículo, escrito por Diane Montagna desde Roma, cita las palabras del Obispo Athanasius Schneider, un adalid de la tradición católica que es Obispo auxiliar de Astana, Kasakstán, señalando que los medios que representan un punto de vista que quieren imponer a toda costa, han buscado "acallar la discusión" como si fuese sólo una "teoría de la conspiración". El prominente diario alemán Die Tagespost, del 14 de mayo de 2020, publicó las palabras del Obispo Schneider quien dijo que las reacciones y el lenguaje de los críticos del Llamamiento para la Iglesia y para el Mundo son reminiscentes de la vida bajo el Comunismo Soviético, cuando los que disentían de la ideología y política prevalentes eran acusados de cómplices de la 'teoría de la conspiración' diseminada por el Occidente Capitalista. Lo dice el Obispo Schneider, quien vivió él mismo y creció en la iglesia de las catacumbas en la Unión Soviética, como también lo señala en su libro Christus Vincit. Esto apuntaría a que hay formas sutiles de intentos de dictadura en nuestra sociedad.

De nuevo, no se niega la existencia de la epidemia del coronavirus, ni la necesidad de luchar contra ella. Pero tenemos que estar vigilantes de que con el pretexto de la epidemia se quieran imponer medidas que violan libertades civiles fundamentales y el orden democrático del Estado. Sobre todo, como católicos, debemos defender nuestro derecho al culto y no permitir que se nos cierren nuestros templos por tiempo indefinido, como si fuera una nueva época de persecución cristiana. Hay inclusive autoridades civiles que se atreven a querer dictar normas litúrgicas, que son exclusivamente decisiones de la Iglesia. Los sacerdotes y obispos que se ciñen sin resistencia alguna a estos intentos de impedir o de obstaculizar el culto están traicionando sus obligaciones como jerarcas de la Iglesia.

Para conocimiento de los lectores, se transcribe abajo el texto completo del Llamamiento para la Iglesia y para el Mundo.

LLAMAMIENTO PARA LA IGLESIA Y PARA EL MUNDO
a los fieles católicos y a los hombres de buena voluntad

Veritas liberavit vos
Jn 8,32

En un momento de gravísima crisis, Pastores de la Iglesia Católica, en virtud del mandato que hemos recibido, nos consideramos en el sagrado deber de hacer un llamamiento a nuestros Hermanos en el Episcopado, al Clero, a los Religiosos, al pueblo santo de Dios y a todos los hombres de buena voluntad. Suscriben también este llamamiento intelectuales, médicos, abogados, periodistas y profesionales diversos que comparten su contenido, y pueden suscribirlo asimismo cuantos deseen adherirse al mismo.

Los hechos han demostrado que, bajo el pretexto de la epidemia de Covid-19 se ha llegado en muchos casos a vulnerar derechos inalienables de los ciudadanos, limitándose de forma desproporcionada e injustificada sus libertades fundamentales, entre ellas el ejercicio de las libertades de culto, de expresión y de movimiento. La salud pública no debe ni puede convertirse en excusa para conculcar los derechos de millones de personas en todo el mundo, y menos aún para que las autoridades civiles eludan su obligación de obrar con prudencia en pro del bien común. Esto es tanto más cierto cuanto más aumentan las dudas planteadas por muchos en torno a la verdadera capacidad de contagio, peligrosidad y resistencia del virus. Muchas voces autorizadas del mundo de la ciencia y de la medicina confirman que el alarmismo que han manifestado los medios informativos al Covid-19 no parece totalmente justificado.

En base a los datos oficiales sobre la incidencia de la epidemia en el número de fallecimientos, tenemos motivos para creer que hay fuerzas interesadas en generar pánico entre la población con el único fin de imponer de modo permanente formas inaceptables de restricción de las libertades, control de las personas y vigilancia de sus movimientos. Esta forma de imposiciones antidemocráticas preludian de manera inquietante un Gobierno Mundial que escapa a todo control.Creemos igualmente que las medidas de protección adoptadas en algunas situaciones, incluido el cierre de las actividades comerciales, han desencadenado una crisis que ha hundido a sectores enteros de la economía, favoreciendo con ello la interferencia de potencias extranjeras, con graves repercusiones sociales y políticas. Quienes ejerzan cargos gubernamentales deben impedir estas formas de ingeniería social, adoptando medidas encaminadas a la tutela de sus ciudadanos, a quienes representan y en cuyo interés tienen la grave obligación de realizar sus funciones. Ayúdese igualmente a la familia, célula de la sociedad, evitando penalizar irrazonablemente a los débiles y los ancianos al obligarlos a sufrir dolorosas separaciones de sus seres queridos. La criminalización de las relaciones personales y sociales debe considerarse asimismo una parte inaceptable del proyecto de quienes promueven el aislamiento de las personas para manipularlas y dominarlas mejor.

Pedimos a la comunidad científica que vele porque se promuevan honradamente y con miras al bien común curas para el Covid-19, evitando escrupulosamente que intereses inicuos influyan en las decisiones de los Gobernantes y los organismos internacionales. No es razonable penalizar remedios que se han revelado eficaces, en muchos casos de bajo costo, para privilegiar curas o vacunas no tan eficaces pero que garantizan ingresos mucho mayores a las empresas farmacéuticas, aumentando los costos de la sanidad pública. Como Pastores que somos, recordemos también que para un católico es moralmente inaceptable inocularse con vacunas en cuya producción se ha utilizado material procedente de fetos abortados.Pedimos asimismo a los Gobernantes que garanticen que se eviten de la forma más rigurosa los medios de control de las personas sea mediante sistemas de rastreo electrónico o cualquier otra forma de ubicación: a pesar de la gravedad de la situación, el combate al Covid-19, no debe servir de pretexto para respaldar turbias intenciones de entidades supranacionales que albergan marcadísimos intereses comerciales y políticos en este proyecto. En particular, debe permitirse a los ciudadanos la posibilidad de rechazar semejantes limitaciones a las libertades personales, sin imponer forma alguna de penalización para quien no desee beneficiarse de las vacunas, de los métodos de localización y de cualquier otro instrumento análogo. Téngase en cuenta la flagrante contradicción que se observa entre quienes persiguen políticas de reducción drástica de la población y al mismo tiempo se presentan como salvadores de la humanidad sin tener la menor legitimación política ni social. Por último, la responsabilidad política de quien representa al pueblo no puede ser confiada en modo alguno a técnicos que encima exigen para ellos mismos formas de inmunidad personal que resultan como mínimo inquietantes.

Solicitamos enérgicamente a los medios de comunicación que se empeñen activamente en facilitar una información correcta que no sancione el disenso aplicando formas de censura, como está sucediendo de forma generalizada en las redes sociales, la prensa y la televisión. La veracidad de la información exige que se dé lugar a voces no alineadas con el pensamiento único para que los ciudadanos puedan evaluar la realidad con conocimiento de causa, sin ser influidos en gran medida por intervenciones partidistas. Un diálogo democrático y franco es el mejor antídoto contra el riesgo de imponer formas sutiles de dictadura presumiblemente peores de las que ha visto nacer y morir nuestra sociedad en épocas recientes.

Recordemos, para terminar, como Pastores a quienes se ha encomendado la importante misión de guiar la grey de Cristo, que la Iglesia reivindica con firmeza su propia autonomía de gobierno, de culto y de predicación. Dicha autonomía y libertad son un derecho de nacimiento que le concedió Nuestro Señor Jesucristo para que cumpla las finalidades que le corresponden. Por este motivo, los Pastores reivindicamos enérgicamente el derecho a decidir de forma autónoma en lo que se refiere a la celebración de la Santa Misa y los Sacramentos, como también exigimos plena autonomía en materias que están dentro de nuestra inmediata competencia y jurisdicción, como por ejemplo las normas litúrgicas y la manera de administrar la Comunión y otros Sacramentos. El Estado no tiene el menor derecho a interferir por motivo alguno en la soberanía de la Iglesia. La colaboración de las Autoridades Eclesiásticas, que jamás ha sido negada, no supone por parte de las civiles prohibiciones ni limitaciones al culto público o el ministerio sacerdotal. Los derechos de Dios y de los fieles son ley suprema de la Iglesia que ésta no quiere ni puede abrogar. Solicitamos que nos sean retiradas las limitaciones a la celebración del culto público.Invitamos a las personas de buena voluntad a no sustraerse a su deber de colaborar al bien común, cada cual según su propio estado y posibilidades y en espíritu de Caridad fraterna. Esta cooperación, auspiciada por la Iglesia, no puede prescindir sin embargo del respeto a la ley natural ni a la garantía de las libertades individuales. Los deberes civiles a los que están obligados los ciudadanos suponen el reconocimiento de sus derechos por parte del Estado.Todos estamos llamados a valorar la situación actual de forma coherente con las enseñanzas del Evangelio, y ello exige tomar partido: o con Cristo o contra Cristo. No nos dejemos intimidar ni asustar por quienes nos hacen creer que somos minoría: el bien está mucho más difundido y es mucho más poderoso de lo que el mundo quiere que creamos. Nos enfrentamos a un enemigo invisible que hace separaciones entre sus ciudadanos, entre los hijos y los padres, entre nietos y abuelos, fieles y pastores, alumnos y docentes, clientes y vendedores. No permitamos que con la excusa de un virus se borren siglos de civilización cristiana para instaurar una odiosa tiranía tecnológica en que personas sin nombre y sin rostro decidan la suerte del mundo confinándonos a una realidad virtual. Si tal es el proyecto que tienen para dominarnos los poderosos de la tierra, sepan que Jesucristo, Rey y Señor de la Historia, ha prometido que «las puertas del Infierno no prevalecerán» (Mt.16,18).

Encomendamos al Dios Todopoderoso a los Gobernantes y a cuantos rigen el destino de las naciones para que los ilumine y oriente en estos momentos de grave crisis. No se olvide que del mismo modo que el Señor nos juzgará a los Pastores según por la grey que nos ha confiado, también juzgará a los Gobernantes por los pueblos a los que tienen la obligación de defender y gobernar.

Roguemos con fe al Señor para que proteja a la Iglesia y al mundo. La Virgen Santísima, Auxilio de los Cristianos, aplaste la cabeza de la vieja Serpiente y frustre los planes de los hijos de las tinieblas.


8 de mayo de 2020 Virgen del Rosario de Pompeya 

La lucha en pro de la tradición católica es nuestro deber. Como parte de esta lucha, es nuestra obligación atender al llamado que se nos hace, en esto aciagos tiempos en que aún sufrimos el ataque de la pandemia del COVID-19, para defender nuestros derechos ciudadanos, y de manera especial, nuestros derechos como católicos, a fin de mantener el culto, la celebración de la Santa Misa y de todos los sacramentos de la Santa Madre Iglesia. Aunque esto nos ponga en oposición a miembros de la jerarquía católica a quienes les parece mejor estar del lado del enemigo, o adoptar la postura fácil de la "no resistencia".

Dr. Álvaro Romo de la Rosa