
Irlanda incluye ideología de género para niños de 10 años en su programa de Educación

El nuevo currículo de Educación Social, Personal y para la Salud (SPHE), del Departamento de Educación en Irlanda, ha suscitado una oleada de preocupación entre padres, profesores y analistas católicos, que temen que el programa socave los derechos de los padres e introduzca en los niños conceptos confusos e inapropiados a una edad demasiado temprana.
(Irish Catholic/InfoCatólica) La psicoterapeuta Stella O'Malley ha sido clara en sus advertencias sobre la falta de transparencia y claridad del currículo. «Se menciona la palabra género, pero no se define», señaló en declaraciones al Irish Catholic, destacando además que el Departamento ha optado por usar el término «identidad sexual» en lugar de la expresión más habitual «orientación sexual». Según O'Malley, este lenguaje impreciso corre el riesgo de esconder una agenda o de revelar una falta seria de comprensión.
O'Malley añadió que los alumnos de 5º y 6º de primaria no deberían ser introducidos en conceptos como la divergencia de género o las preferencias sexuales. «Del mismo modo que no intentaríamos enseñar Hamlet a niños de diez años, ellos no son lo suficientemente maduros para estos temas», afirmó. También advirtió que la introducción de una «educación sexual» podría exponer a los alumnos a materiales inadecuados, que irían desde discusiones sobre pornografía hasta prácticas sexuales extremas, asuntos que no tienen cabida en el aula.
En su opinión, los padres están siendo apartados: «El proceso de consulta ha sido poco más que un trámite. Los padres –no los grupos de presión– deben estar en el centro de cualquier consulta sobre lo que se enseña a los niños». En respuesta a estas inquietudes, O'Malley, junto con la psiquiatra Patricia Casey, ha fundado Beir Bua, una organización que ofrece a escuelas y familias orientaciones basadas en evidencias y fundamentadas en el respeto a los derechos parentales y la protección de los menores.
Desde la esfera política, el senador Rónán Mullen se ha sumado a estas críticas en su columna en el Irish Catholic. Señala que, aunque el Departamento de Educación insiste en que el currículo es «inclusivo, empoderador y profundamente relevante», en la práctica corre el riesgo de resultar intrusivo y manipulador. Mullen alertó de que introducir ideas complejas sobre sexualidad e identidad de género en niños que no están preparados puede causar daño.
El deber de las escuelas católicas
El senador subrayó además que el Estado parece poco dispuesto a reconocer las legítimas preocupaciones de los padres, prefiriendo en cambio tachar las críticas de «desinformación». Recordó que las escuelas católicas, fundadas para educar a los niños en la virtud y en la formación moral, tienen tanto el derecho como el deber, amparado por la Constitución, de resistir la intromisión del Estado.
Como remarcan tanto O'Malley como Mullen, el debate en torno al nuevo currículo de SPHE está lejos de cerrarse. Para padres y educadores católicos, la vigilancia y la implicación activa serán esenciales para asegurar que la fe y los valores familiares sigan ocupando un lugar central en la formación de los jóvenes.