A TLALOC LO QUE SE LE PIDA
Gran escándalo provocó a propios y extraños, el sacrificio de una gallina que fue degollada en la terraza del Senado de la República. Según eso, para celebrar el día de la lluvia como ofrenda a Tláloc.
El senador que la sacrificó fue de Morena. Se llama Adolfo Gómez Hernández, según eso de "origen mixteco" y se escudó bajo el amparo del Artículo 2 de la Constitución, argumentando que el sacrificio responde a las tradiciones y costumbres de los pueblos originarios y al libre de derecho de respetar las prácticas de dichos pueblos.
Por su parte, Ana Lilia Rivera, presidenta de la Mesa Directiva del Senado de la República, desmintió las declaraciones de Adolfo Gómez, de haber autorizado la entrada de animales al recinto del Senado conforme a los Protocolos de Seguridad y Protección Civil.
Sus compañeros senadores, se deslindan y arguyen, que no representan el sentir de los senadores y que lo hizo por cuenta propia.
Hasta aquí, lo que sucedió el 24 de abril, en la terraza del Senado de la República.
En el pasado, el Licenciado José Vasconcelos, en su libro El Hombre Cósmico, distingue que, entre los pobladores de la República, había tres tipos diferentes de personas: el primero, era el mexicano que era el fruto del mestizaje, en costumbres y cultura. El segundo, el hombre premexicano que eran los originarios, sin asomo de mestizaje y carentes de cultura mestiza y el tercero, el antimexicano, que no se sentía mexicano y prefería cualquier otra denominación de origen, por lo general, son "anti" de las dos denominaciones.
Este comentario, fue para aclarar que el senador de la República, Adolfo Gómez según esta descripción del "Maestro de América", entra en la categoría de premexicano, o sea, alguien que no tiene o ha rechazado la cultura mestiza de nuestra raza y, se comporta, como un poblador de la antigua cultura mexica.
El gran valor de la conquista de México -Tenochtitlán fue el haber dotado a nuestra identidad una cultura universal enraizada en el pensamiento de la Civilización Cristiana Occidental, que durante 300 años dominó el panorama político, cultural y religioso, de la ahora, República Mexicana.
A partir de la independencia y la conquista del pensamiento político de México por las sectas masónicas norteamericanas, que eran enemigas acérrimas del Imperio Español; primero, por ser católico y ellos protestantes y segundo, por haber sido los educadores de América, impregnando en la cultura los dones del Imperio y no como ellos, los anglosajones, que lo primero que hicieron al llegar a América fue el despoblarla de los indios originarios del territorio del actual Estados Unidos. Y tercero, por haber sido España, el eterno competidor comercial de los anglosajones.
Uno de los principales apostolados de las órdenes religiosas llegadas a México fue el desterrar de la mente de los indios las supersticiones, creencias y costumbres de los pueblos originarios; ya que, eran presas del diablo y servidores de las fuerzas del mal, porque tenían por acostumbre los sacrificios humanos y el canibalismo.
Como súbditos el Rey de España, el Imperio tenía el deber sagrado de velar por la integridad física y espiritual de sus habitantes.
Podemos concluir que, España y su cultura, protegió a estos pueblos originarios, hasta que fueran adultos, y como consecuencia se sembró la cultura mestiza mexicana, resultado de estos 300 años de virreinato y, de haber sido súbditos del Rey de España, bautizados y educados en las artes y oficios de entonces, construyendo así, lo que es México.
No hay que desconocer que, durante estos siglos, hubo una intensa lucha espiritual entre el bien y el mal; considerando al bien como las enseñanzas de la Doctrina Evangélica y el mal, como la influencia del odio del Ángel caído.
El triunfo de esta labor civilizatoria fue sin duda, la ayuda que envió Dios desde lo Alto, como ha sido la aparición de la Virgen de Guadalupe, que transformó las prácticas demoníacas de los pueblos originarios en devoción y piedad Católica.
Con el regreso del demonio al Valle del Anáhuac, durante la Independencia, sus corifeos: los políticos que servían al demonio en las logias masónicas dieron un duro golpe al Imperio tanto en España, como en sus colonias de ultramar. Al poco tiempo de la Independencia, las luchas e injerencia por parte de otras naciones, empezó a menguar la cultura en la Nueva España y a resurgir los malévolos mitos y adoración por los ídolos del México prehispánico. En la última Constitución de 1917, inspirada por los masones, el gobierno despoja totalmente la influencia del Evangelio y, el indigenismo vuelve a aparecer como producto de control político, al grado de que allá, en los años de 1950, Eulalia Guzmán casi logra desterrar el español por la lengua nativa de los mexicas, el náhuatl. Hicieron lo posible por sustituir a los Santos católicos, por deidades prehispánicas y grandes hombres de las logias.
Así llegamos a la actualidad, donde en México se puede creer en cualquier cosa, menos en el "lenguaje de odio" de la Iglesia Católica.
No es de extrañar, que el senador Gómez haya incorporado en este tiempo electoral, sacrificios de animales en honor a Tláloc, pero que, en el fondo, está recurriendo a las fuerzas oscuras del mal, para que los númenes antiguos del Anáhuac, les sean propicios en el resultado de las elecciones.
¡Los antiguos demonios del Anáhuac ya imperan en el Palacio nacional! … ahora, los invocan en la sí Cámara de Senadores.