¡GUERRA VS. LOS ABUSADORES DE NIÑOS!

¡GUERRA VS. LOS ABUSADORES DE NIÑOS!

Da escalofrío saber del aumento de casos de Abuso Sexual Infantil (ASI) aquí y allá; pero, sobre todo, el alma se llena de indignación y rabia al saber de la impunidad que gozan los perpetradores, ante unas autoridades blandas o corruptas, que sólo evidencian ser cómplices de este infernal negocio, que arroja millones a poderosas mafias internacionales.

Ciertamente, el ASI, no es el único delito vergonzoso, pero sí uno de los más perversos, diríamos demoníaco, por que sólo el maligno puede inspirar actos tan monstruosos. Porque es un monstruo el que abusa de un inocente.

¿Cómo perseguir a esos monstruos vestidos, muchas veces, de piel de oveja? Debe haber mil modos para encontrarlos, y la tecnología bien utilizada es un medio extraordinario para ubicarlos y dar con ellos, especialmente en estos tiempos en que la pornografía y toda clase de delitos sexuales han encontrado en la web, "dark" o "infernal" -porque no creemos que exista ya una web "clear"-, un mecanismo fácil y cobarde, para hacer sus redadas y delinquir.

Entonces, si existe la policía cibernética para investigar delitos sexuales en las plataformas digitales, además de la policía convencional, y otros mecanismos nacionales o internacionales para ir en contra de los depredadores, ¿por qué inventan que "violando el secreto" del Sacramento de la Confesión, van a dar con los agresores?

Realmente esto es un tonto pretexto de las autoridades civiles, como las del Estado de Washington, que el pasado junio anunció una ley que exige a los Sacerdotes violar el secreto de la Confesión para denunciar casos de abuso sexual.

Para empezar, propios y ajenos saben que el secreto de la Confesión es sagrado, ¡inviolable!, y que la Iglesia Católica jamás lo aceptaría. Además, las víctimas que acuden a la Confesión en busca de ayuda y consuelo verían traicionada su fe y la confianza puesta en la única Madre y Maestra que podría orientarlas a través de prudentes Sacerdotes. Por su parte, la inmensa mayoría de agresores sexuales no son practicantes como para tomarse la molestia de irse a confesar para "tranquilizar" su conciencia o corregirse. ¡Qué bueno que lo hicieran y pusieran fin a sus delitos!

Que los enemigos de la Iglesia Católica se olviden de pretextos tan tontos y que mejor se pongan a trabajar ¡y en serio!, afanosa y honestamente, para detener a esos monstruos que andan por la calle o escondidos en sus mazmorras, alucinados en las oscuras imágenes o mentirosas conversaciones.

¡Zapatero a tus zapatos! Que las víctimas denuncien y que las autoridades den castigo a los monstruos.