GUERRA INJUSTA CONTRA EL PUEBLO PALESTINO

GUERRA INJUSTA CONTRA EL PUEBLO PALESTINO

Nuestra naturaleza humana, más allá de nuestras creencias religiosas, nos mueve y conmueve cuando vemos el sufrimiento en nuestros semejantes, sean conocidos o no. Las movilizaciones de cuerpos especializados en rescate, brigadas completas de personal especializado en ciertas tares en acción con el fin de poner a salvo a una ancianita, un montañista perdido, un niño atrapado con el peligro de perder la vida, etc. actividades en que los actores ponen, en no pocas ocasiones, su vida en riesgo. Son estos actos instintivos de nosotros los humanos, una característica más que nos distingue de las demás creaturas.

Con lo dicho anteriormente, mostramos que no nos basta el conmovernos ante el sufrimiento del prójimo, buscamos la manera de mostrar nuestra solidaridad, mejor dicho, nuestra caridad como nos lo enseña Nuestro Señor Jesucristo en muchos pasajes narrados en los Evangelios. Como ya lo habíamos mencionado como una actitud natural en todos los seres humanos, el Cristianismo lo viene a perfeccionar al enseñarnos a ver en el que sufre al mismo Jesucristo sufriente por amor al hombre y nosotros, por amor a Él, le damos otra dimensión a nuestra actitud, de solidaridad a caridad.

Las guerras siempre traen sufrimiento a los pueblos, en los derrotados y en los vencedores, en los primeros más que en los segundos. Las luchas armadas siempre han existido, en todas las épocas y en todos los pueblos y ocurren cuando no hay entendimiento entre los bandos en contienda. Hay guerras justas en las que se debe luchar por defender principios fundamentales, por ejemplo, defender la Patria y todo lo que atente a su integridad institucional, social y religiosa.

Con los avances tecnológicos existentes y éstos aplicados a la industria bélica, hace que el concepto de guerra haya evolucionado; las ventajas en la posesión de armas de ultima generación hace un ejército muy eficaz y eficiente. Tal es el caso de Israel, cuyo ejército, el mejor armado y entrenado en la región de Medio Oriente, una fuerza armada con un poder destructor competitivo ante cualquiera del mundo. Desde el arma nuclear, fuerza aérea, armamento táctico, logística, etc.

Suponiendo, sin conceder, que la guerra que mantiene contra Hamas fuera justa, ya debería de haber parado las masacres contra el pueblo palestino, mejor dicho, nunca las debió de permitir el Estado de Israel, pues una cosa son los combatientes del grupo armado en cuestión y otra es el pueblo Palestino, indefenso y llevado a sufrimientos inhumanos por puro deseo de demostrar poder de destrucción de los judíos.

Tal actitud de parte de los dirigentes del Estado de Israel nos permite asegurar que se sienten con el derecho de desobedecer los acuerdos, que al respecto han tomado el Consejo de Seguridad de la ONU y que en la práctica no han servido para nada. Israel está cometiendo un genocidio inmisericorde, despiadado y sangriento contra un pueblo indefenso. Las causas del origen del conflicto pueden ser justas más no así el desarrollo de los hechos.

Por todo ello nuestra solidaridad, compasión y oraciones por el pueblo de Palestina, y que los jefes del ejército judío ordenen parar esta serie de ataques a la población civil. Nuestro sentido común, con sólo ver los acontecimientos, nos dice quiénes son las víctimas y quienes los victimarios.