VIERNES DE VIA CRUCIS

VIERNES DE VIA CRUCIS

El Vía Crucis es una devoción católica antiquísima, que seguramente se remonta al primer siglo, luego de la dolorosa Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo.

Como su nombre lo dicen, consiste en acompañar espiritualmente a nuestro Redentor en su camino (Vía) hacia la cruz (Crucis), deteniéndonos a meditar, por 14 ocasiones, los momentos más graves de tan penoso recorrido. Esos momentos los llamamos Estaciones.

En todos los templos que se precien de ser católicos, deben sus muros mostrar, en 14 cruces y representaciones piadosas, las escenas que retratan el martirio que sufrió el Dios hecho Hombre, a causa de la insidia de los judíos, que se valieron de los soldados romanos para ejecutar la sentencia de muerte que el Sanedrín ya había pronunciado.

Quizá no hemos sabido valora la devoción del rezo del santo Vía Crucis, porque tampoco hemos justipreciado suficientemente el valor infinito que Nuestro Señor Jesucristo ganó para nosotros aceptando morir en la cruz, porque fue precio de la Preciosísima Sangre de un Dios humanado. Y este cruento Sacrificio fue super meritorio porque Cristo lo anheló y lo aceptó libremente, y por si fuera poco, ¡lo sufrió con un amor ardiente!

Por eso, la Cruz de Cristo es la mayor de las cátedras que un hombre pueda aprender en su paso por la tierra. Porque jamás, en la historia de la humanidad se ha visto un gesto tan heroico y tan santo como el de Cristo que, cual cordero, cargó mansamente los leños en los que lo habrían de crucificar y soportó en silencio las humillaciones, los golpes y los clavos que lo punzaron. ¿En qué páginas épicas se encontrará una víctima tan inocente, tan callada, tan dócil, tan paciente y generosa, tan sufrida y liberal, tan dulce y amante como Jesús mismo?

La cátedra de la Cruz es la cátedra por excelencia para todo cristiano que atraviesa este "valle de lágrimas" … Las adversidades, penas y dificultades de la vida nos parecerían indignantes e insufribles si no levantáramos la mirada hacia el Gólgota, a contemplar al Dios-Hombre que nos enseñó cómo se sufre y cómo se muere, pero sobre todo ¡cómo se debe amar!

En esta Cuaresma, si no es que todos los viernes del año, recemos y meditemos en esta piadosísima devoción, que nos hará amar más a Nuestro Señor Jesucristo y nos hará más fuertes para sufrir. Rescatemos el Vía Crucis del olvido y enseñemos a nuestros hijos o alumnos a rezarlo. ¿Cuántos jóvenes, hoy día, saben que es el Vía Crucis, cuántas y cuáles son las Estaciones?

Estimado lector, toma tus devocionarios que quizá estén arrinconados y decídete a llevar a tu familia al templo, todos los viernes de Cuaresma, para que de rodillas, nos unamos espiritualmente a nuestro Redentor, que con tanto amor, y sin obligación, murió por nosotros.