¡UN TESORO DE 16 AÑOS!

UN TESORO DE 16 AÑOS

Normalmente, los papás pasamos el día a día tan atareados y preocupados por satisfacer las necesidades más elementales y urgentes de nuestros hijos, tales como el comer, el estudiar, el asearse y el dormir, que perdemos de vista las necesidades más trascendentes, las de espíritu, como son las de conocer y amar, a través de la educación cristiana.

Qué bueno que haya algunas familias que aún dan alimentos nutritivos a sus hijos, que ayudan y supervisan sus estudios, que vigilen su aseo diario y que les promuevan un sueño reparador. Lamentablemente, toda esa educación, incluso la de la urbanidad elemental, y sólo se observa en muy pocos hogares. Hoy, es más común ver en las casas, comida rápida comprada y de poca calidad alimenticia, las tareas de los infantes sucias, arrugadas e incompletas, niños que no se asean diario o que duermen pocas horas a causa de uso del celular.

¿Qué provocan todas estas "nimiedades" de cada día? A la larga, jóvenes desnutridos u obesos, estudiantes de bajo nivel cultural, hijos sucios o desordenados en casa y adictos a redes sociales o videojuegos… ¡Pero esto es lo menos que pueden ocasionar los padres negligentes!... No son éstos los descuidos más graves ¡sino los que impiden el desarrollo intelectual, moral y psicológico de los niños ¡

La inteligencia del niño, como de cualquier ser humano, es brillante, potentísima; la voluntad del niño, como de cualquier ser humano es más fuerte de lo que se cree, y los sentimientos de un párvulo son más nobles y dóciles que los de cualquier adulto. Pero, el ser humano, aunque sea el único ser verdaderamente inteligente sobre esta tierra, requiere de personas maduras que le ayuden a desarrollar sus facultades, ¡y no se diga a perfeccionarlas!

La buena educación del ser humano es la labor más valiosa y trascendente que pueda existir en este mundo y el mejor regalo, el más valioso tesoro que los papás debemos y podemos dar a nuestros hijos. Ciertamente, los papás tenemos como primera obligación, intrínsecamente unida a la de la procreación de los hijos, su cristiana educación para hacerlos buenos ciudadanos y sobre todo, buenos cristianos y futuros pobladores del cielo.

Pero ¿podemos los papás dar toda la educación a los hijos y agotar esta acción perfectiva a todas las aristas de sus conocimientos, habilidades y actitudes?... No…

La educación de los hijos se ve seriamente enriquecida con la formación cristiana recibida en los colegios… Sí, digo "en los colegios" de educación privada y no en las escuelas públicas. Y antes de continuar, me permito aclarar que esta distinción no tiene causas ni económicas, ni sociales, ni raciales, ni elitistas, ni nada por el estilo. Incluso, hace décadas, la educación privada y pública aún me parecían ambas alternativas más o menos válidas por una cierta "semejanza" académica, pero hoy, desgraciadamente encuentro, entre ambas, diferencias graves y abismales, porque es de todos conocido, el bajísimo nivel académico de la educación pública, juzgado principalmente por sus amargos y evidentes frutos, por el vergonzante contenido de sus libros de texto y por la disolución moral promovida. En México, me apena decirlo por la pobreza cultural de las presentes y futuras generaciones, la educación pública, es pésima alternativa porque está sometida al Laicismo (sin religión cristiana), al Liberalismo (con descarado libertinaje), al Socialismo (promarxista), al Indigenismo (con odio a la cultura cristiana-occidental-hispánica), al populismo y mediocridad (con parvedad de aspiraciones y superación), etc., etc., etc.

Por eso, padres cristianos, hagan un máximo esfuerzo por inscribir a sus hijos en colegios que garanticen una buena formación, aunque sacrifiquen otros gustos legítimos pero no del todo necesarios (lujos, marcas, vacaciones, etc.), a fin de que puedan otorgarles a sus hijos la mejor educación cristiana posible y que representará, en sus seis años de primaria, tres de secundaria, tres de preparatoria y cuatro de universidad, ¡UN TESORO DE 16 AÑOS!