SOBERBIA CULPABLE

SOBERBIA CULPABLE

Desde el Renacimiento, el cambio de paradigma moral ante Dios creador y la creatura como hijo, por vía de generación natural. El hombre cambió a Dios del centro de su vida y puso en su lugar al hombre mismo.

Este cambio en la línea de pensamiento despertó en el hombre un orgullo, duramente reprimido por la doctrina de la Iglesia, e irrumpió en la vida espiritual, social y moral del individuo. A través de la historia, ha tenido tiempo de cultivar este orgullo, adoptando filosofías ajenas que combaten al amor divino y su vínculo con el hombre.

Herejías, rebelión y autocomplacencia han sido los frutos del Antropocentrismo rampante que surge del humanismo. Esta autocontemplación del hombre, le ha traído los mismos tragos amargos que a Narciso, el de la fábula; un enamoramiento por su imagen y sus obras.

En el pecho no caben dos corazones y para poner el hombre el suyo, tuvo que desplazar el corazón de Dios.

Esta es la tragedia que vivimos desde entonces: el excesivo amor a sí mismo ha dado al traste … al proyecto de Dios para el hombre.

En la actualidad este amor irrefrenable ha roto todos los lazos con el Infinito … y se ha volcado en las obras del maldito para hacerle la guerra a Dios como al principio.

El proyecto de Dios era: que toda actividad humana y los pensamientos tuvieran como centro el corazón de Dios en nuestras almas … y a partir de ahí, cumplir el plan divino en la ciudad de los hombres … para luego gozarlo en la Jerusalén celestial.

Pero el orgullo culpable ha aceptado de todo, menos de la Providencia divina. Vivimos como si fuéramos eternos y no fuéramos a morir … de todo probamos y nos deleitamos con el veneno del mundo que nos ofrece la rebelión.

El odio feroz del diablo por las obras de Dios a través de las manos del hombre ha desatado su furia y … como en el paraíso … nos ha ofrecido el fruto prohibido para adorarlo.

En nuestro caso … en esta actualidad, la manzana del árbol del Edén, se nos ofrece con toda la perversidad del que es odio eterno, y nos encanta con sus obras y sus pompas.

El odio hacia Dios se manifiesta, primero en reconocer que "Él" … ¡no existe! … que su existencia, su mensaje y su doctrina son pura fantasía de la orfandad del hombre … y como dicen en mi tierra: "El que no conoce a Dios … a cualquier palo se le hinca".

Pero había que llenar el hueco del corazón y lo hemos llenado de orgullo y de pecados.

Al hombre actual ya no le sorprende nada … ni el mal, ni el bien, sólo tiene tiempo para contemplarse a sí mismo. Se ha aliado con el enemigo que le ha ofrecido a la juventud de nuestro tiempo: el oro que todo lo compra, el poder que todo lo puede y la Gloria que es un espejo de nuestros corazones.

No le importan los millones de vidas inocentes que se ofrecen en el altar del demonio … promueven el libertinaje y el placer antinatural de la Agenda LGTBQ+ … han feminizado a nuestros hijos … ahora matamos a los no nacidos y los nacidos a sus padres … ¡que ya no sirven para nada!

No hay futuro en el presente … así que hay que gozar con el amor culpable, hay que mentir y sofocar la verdad, con la posverdad … aquella que ha escupido el maligno contra Dios.

Y así en esta mentira de nuestro tiempo, nuestra alma sucumbe bajo el ardiente cetro del malvado.

Están acabando con el fruto de la Iglesia … tantos santos, obras e instituciones que han corroído el amor propio … y ha surgido la "cultura de la muerte", como una bajeza teológica para suprimir el arrepentimiento … y vamos navegando en el mundo que ha inspirado el diablo y destruyendo las obras y almas que nos habían sostenido por dos mil años.

Todo por el amor propio que infestó el diablo desde el principio a través del orgullo culpable del maldito … ¡Pronto nos llamarán a dar cuentas! … recuerda no nos juzgarán por lo que hicimos, sino el amor con el que lo hicimos!