QUE AFÁN DE POSEER

QUE AFÁN DE POSEER

Desde tiempos inmemorables, el hombre ha sido proclive a poseer cosas tangibles y otros intangibles. Es el problema con las herencias … se dice … nadie sabe para quien trabaja.

Resulta que el hombre trabaja para hacerse más fácil la vida, para dar mejor calidad a la familia, para prever el futuro; pero hay quienes por sólo el gusto de poseer algo.

Algunos, el dinero, otros, tierras y edificios, otros, es libros o sello de correos, etc. … Eso de poseer es inherente al ser humano, cuando no sabe qué fin tendrán sus afanes.

¡La vida es tan corta, que hay que saber vivirla y no perderla en vaciladas! … ¡Nadie se lleva nada al más allá! … y el tiempo se encarga de dispersar las cenizas de tus huesos. Por eso … ¿qué afán de poseer cosas y terrenos que no vas a disfrutar? ... Todo con medida … Ten lo necesario; no más, no pierdes tu vida en atesorar cosas, mejor atesorar virtudes, que sí te van a servir en la eternidad.

Lo otro, las cosas, chucherías y detalles innecesarios, no te los vas a llevar al más allá … Mejor deshazte de los tiliches, antes de que te llegue tu hora.

Compra mejor voluntades, haz el bien a tus hermanos; el dinero que has ganado de más … ¡compártelo! … y recibirás muchas bendiciones.

También, deshagámonos de las chucherías intangibles, como los malos recuerdos, la virtud abandonada, las culpas que te ahogan, malos pensamientos y las críticas a los demás; también de esto último, tenemos que deshacernos.

Siempre piensa bien de los demás, hasta que demuestren lo contrario … y si no tienen razón, déjales la posibilidad de tenerla.

No debemos cargar en vida con el lastre de nuestras posesiones … ¡sólo son eso, posesiones! … que pueden cambiar de dueño. No echemos la culpa a los hijos de nuestro afán de posesiones … con eso de: "es por su bien", "son su futuro".

Alejandro Magno murió a los 33 años y desde los 19 decidió conquistar el mundo. Al final de su vida, una fiebre palúdica se lo llevó y no pudo hacer ni siquiera su testamento.

¡Mejor bájale a la velocidad de tu vida! … comparte tus sueños y riquezas para que tenga sentido la existencia. Decía una señora sabia de mi barrio: ¡Ya muerta ¿para qué quiero calzones?! …Y la verdad es así de cruda … Al morir ya no somos nosotros; el hálito de vida, el que nos hace a nosotros, a nuestro yo … ¡Ya voló! … y lo que queda es sólo el envoltorio que una vez contuvo el alma.

¡Entre más ligero vivamos nuestra vida, más aceptaremos la próxima vida, sin la pena de dejar aquí en la tierra, nuestra fortuna!