¡PODA Y ENDEREZA!

¡PODA Y ENDEREZA!

¿Podar y enderezar, qué cosa? ... ¡Pues tus malas inclinaciones!

No hay hombre o mujer que carezca de malas inclinaciones, pues todos los hijos de Adán y Eva padecemos por el grillete del pecado original por el cual adolecemos de la concupiscencia y, por ella, las malas inclinaciones.

Algunos se sienten inclinados o atraídos por comer mucho; otros, a criticar; otros, a codiciar desmedidamente cosas; otros, a la autoalabanza; otros a mentir para lograr sus propósitos; otros, a envidiar; otros, a la sensualidad. Hay muchos que se sienten fuertemente atraídos por los placeres sexuales "normales o naturales", pero otros, por desgracia, por los placeres "anormales o contranaturales".

¿Qué podríamos decir sobre las malas inclinaciones en general?... Para empezar, ¡que son malas! Perdón por la redundancia, pero a propósito lo repetimos, porque parece que se nos olvida lo que, en principio, deberíamos tener siempre presente: el sentido común y la realidad. Y la indefinición o indeterminación de la modernidad, ha dado origen a malas interpretaciones, desviaciones o degeneraciones de palabras, de ideas, de sentimientos y, lo peor, hasta de conductas, llegando a lo aberrante o a lo contra natura.

Las malas inclinaciones son malas porque son nocivas a nuestro ser, a nuestra naturaleza espiritual-corpórea; nos hacen daño al alma y al cuerpo, simple y sencillamente porque van en contra, en perjuicio de la naturaleza humana y quiebran la unidad de tu propio "yo", de tu propia conciencia.

Hoy no queremos hablar acerca de las malas inclinaciones que se reducen a seis de los pecados capitales, sino de las que tienen su origen en el pecado capital de la lujuria; y ni siquiera de todas las malas inclinaciones que se desprenden de él, sino sólo de una parte de ellas, ¡de las peores! Si las malas inclinaciones "naturales" son malas; las "contranaturales" son peores, perversas, porque no sólo degradan la naturaleza sino que pretende destruirla a través de lo absurdo, de lo contradictorio, de lo imposible, metafísicamente hablando.

Quizá en otra ocasión hablemos más ampliamente sobre esto. Hoy sólo queremos poner las cosas en su lugar, pues las han desordenado las ideologías que nos han bombardeado desde hace lustros y que han envenenado la mente y el corazón de nuestros jóvenes… Entre las malas inclinaciones "contranaturales" que, en una primera etapa, pocos puedan sentir, se encuentra la atracción desordenada por personas del mismo sexo. Si conoces a alguien con inquietudes al respecto, compártele esta reflexión:

No siempre estos sentimientos desordenados están totalmente arraigados en ti; a veces son simples tentaciones que el demonio pone, o ideas locas que la psique inventa, o insinuaciones deshonestas de otros, o sugerencias sucias de multimedia, o simplemente, estupideces de la mente o del corazón. Si lamentablemente crees sentir esto, debes extirpar de tajo estos sentimientos desordenados, antes de que crezcan en ti como mala yerba. Si aún eres adolescente, hazlo cuanto antes; si adulto o anciano, sigue combatiéndolo, toda la vida si es necesario. Lo primero en hacer es que, si es una incipiente idea, no le des importancia; si persiste, ayúdate de un buen sacerdote o profesional en el tema.

A una mala idea, sentimiento o inclinación, hay que desterrarla con una buena idea sentimiento, o inclinación. Aléjate de malas compañías, imágenes, pensamientos; no te des a la ociosidad o a la molicie, ni a la curiosidad desordenada. Por el contrario, siembra en ti ideas positivas, de crecimiento intelectual y moral; sociabiliza con buenas amistades de ambos sexos, mantente bien ocupado en tus retos personales (académicos, deportivos) y los que benefician a tu comunidad, etc., etc. Y lo más importante: practica tu religión. Ningún hombre o mujer puede superar solo las malas inclinaciones de nuestro ser. Necesitas pedirle a Dios que te dé fuerzas sobrehumanas, es decir, sobrenaturales, como la Gracia Santificante para que puedas lo que tú no puedes. Lo que sí puedes, es confesarte y comulgar, no pocas veces, ¡sino muchas!... ¡toda la vida!

En esta Cuaresma, Dios, como Padre misericordioso, está dispuesto a volver a recibirnos, a todos nosotros, hijos pródigos. Sólo Él es la medicina, ¡corramos tras ella! Pero antes, haz lo que te toca: ¡poda tus malas inclinaciones y endereza el camino!