NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA
¡NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA ¡
Ante el susto y el pánico que nos agobian por las noticias que vienen de Europa, que Italia se debate en la desesperación y que España está por entrar en ella, que la pandemia está por abrazar a México y que Trump está por cerrar fronteras, etc.
Todo esto espanta y no sabemos qué hacer. Seguimos abiertos o nos cerramos al mundo; la opción china o la opción británica. Una aboga a frenar el virus y la otra a dejar que llegue. Una es la parálisis total y la otra es darle chance a la infección para que nos impregne a todos y desarrollar anticuerpos para inmunizar a la población. Unos aplauden a AMLO y otros lo destrozan.
¿Cuál será la mejor opción? ¿Qué te dicta el sentido común?...
La opción mexicana es, tal parece, sin afirmar nada; una medida entre la china y la británica, ni tanto que queme al santo ni tampoco que no lo alumbre.
Es por tanto, mandar a casa a los que no tengan un rol estratégico en la producción de bienes y tratar de incorporar al Home Office a todos aquellos que sigan trabajando en casa, y el resto, la línea de servicios básicos (transporte, distribución de alimentos, farmacias, hospitales, seguridad pública, saneamiento, mantenimiento en la provisión del agua, electricidad, comunicación, recepción de puertos y aeropuertos, en fin, todos aquellos que tengan que ver con el abastecimiento de productos básicos y los trabajos febriles) tendrán que alternar horarios para evitar congestionamiento poblacional. En fin, parece que es la solución mexicana para enfrentar lo que se nos avecina.
Hasta hoy 19 de marzo, día de San José, no se ha presentado oficialmente ningún fallecimiento de algún mexicano en el territorio por la cruel cepa del COVID-19.
Así las cosas, seguimos en fase 1 pero ya ladran los perros; unos con exceso de miedo pronostican una debacle nacional y otros más serenos optan por una actitud de "no pasa nada". Unos alegan que no se hace lo mínimo suficiente y otros quisieran estar como en El Salvador, a "toque de queda". Otros más optimistas dicen que las condiciones del país, el clima y la alimentación han curtido al mexicano y que la "raza de bronce" aguanta todo.
Así, en este abanico de posturas, el más optimista es López Obrador que insiste en que la honestidad es el mejor blindaje para la nación y que él está protegido por el Sagrado Corazón.
Ya fuera de chance y, siguiendo los consejos de eméritos mercadólogos... que afirman que las crisis son el mejor nicho de oportunidades, aconsejamos aprovechar el momento que se nos presenta para "comprar barato". ¿Y qué vamos a comprar barato? Nada más y nada menos que la Salvación y asegurarnos la Vida Eterna. En estos momentos difíciles, en que nos aseguran casi perderlo todo, incluso la vida, aprovechemos el momento y aceptar la ganga de nuestra conversión, ese momento que hemos ido aplazando desde que tenemos conciencia de ser pecadores y que curiosamente empata en el tiempo de la cuaresma, hagamos una profunda reflexión y pasemos lista de nuestro actuar durante la vida y veamos en la lista de nuestros pecados cuáles de ellos han sido los más dolorosos para nuestro Redentor. ¿Cuál o cuáles de ellos han infligido las más profundas y dolorosas heridas en el Cuerpo purísimo de Nuestro Señor? ¿Cuál clavo remachamos? ¿Qué espina llegó más a lo profundo de su cabeza bendita? ¿Qué latigazo rasgó la piel de Su Cuerpo inmaculado? Toda herida infligida al Salvador es por nuestra causa; Su martirio es una responsabilidad personal y colectiva y compartida por nuestras bajezas a lo largo de la historia... pero ¡Él pagó por todos! No se quejó de su dolor; fue, es y seguirá siendo la "Víctima perfecta para la Redención del género humano. Claro, a nosotros nos falta cooperar para recibir la Gracia de la Redención.
Así las cosas, hagamos en serio y por primera vez en la vida, un profundo reconocimiento y radical arrepentimiento de nuestros pecados con el propósito de "nunca más pecar" para que sea válido este tremendo esfuerzo de nuestra parte y dejar satisfecha la justicia de nuestro Amable Redentor.
Pongámonos de rodillas y pidamos la conversión perfecta; no dejemos que algo se nos escape. Hagamos la lista de nuestras iniquidades y carguémosla con nosotros hasta el tribunal de la justificación. Aprovechemos la oportunidad que nos dan las consecuencias de que alguien en la lejana China se contagió de un inocente animalito.
SAPIENTIA LDI
EDITORIAL