LOS OFICIOS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

LOS OFICIOS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

¡Qué afortunada es el alma devota del Sagrado Corazón de Jesús!

Aquella que está dispuesta, por amor, a reparar las ofensas que el hombre le hace, y sobre todo, a rendirle los debidos homenajes de adoración.

Un alma así fue la de Santa Margarita María de Alacoque, que fue escogida por Nuestro Señor Jesucristo para que lo amara sin interrupción y ofreciera sus plegarias y sacrificios, en reparación de las ofensas que recibía de los pecadores, haciendo toda especie de desagravios. Por víctima, para que se ofreciese a padecer y sacrificarse por ellos, mayormente por las personas que le estaban consagradas. Como suplicante y mediadora, para implorar en favor de los hombres toda clase de bienes, incluso el rescate de las almas del Purgatorio. Por celadora y promotora, para dar a conocer y extender esta devoción y celar a toda costa los intereses de su gloria. Así también, la eligió por adoradora asociándola con los Serafines para rendirle con ellos continuos homenajes y alabanzas; y por discípula de su Corazón, queriendo enseñarle por Sí mismo la más elevada perfección, descubriéndole sus altos misterios.

Así pues, los fieles devotos del Sagrado Corazón que han tratado de seguir el ejemplo de Santa Margarita María de Alacoque, y hacer sus Oficios, le dedican un tiempo de su día a la oración y a la práctica de una virtud; y para lograrlo, se pide la intercesión de la Santísima Virgen María y la unión con un Coro Angélico, según el que corresponda, para suplir al fiel devoto ante la divina presencia de Nuestro Señor.

Entonces está devoción, se convierte en una asociación entre el cielo y la tierra.

Si quieres ser parte de esta asociación y convertirte en promotor, reparador, adorador, amante, discípulo, víctima, esclavo, suplicante o celador del Sagrado Corazón, lo único que debes hacer es disponer tu corazón y unirte con nueve personas más que, al igual que tú, deseen hacerlo; y cada jueves previo al viernes primero, repartir un oficio diferente a cada uno, que será el que harán durante todo ese mes, y así sucesivamente.

¡Qué infinito es el amor del Sagrado Corazón que se quedó preso en el altar para estar siempre con nosotros!

¡Qué tan grandioso es, que da beneficios a aquéllos que en gracia, lo reciben el viernes primero de cada mes!

¡Qué tan amable es, que permite tener una cercanía especial con Él, al realizar sus Oficios!