LAS TRES EDADES DE LA VIDA

LAS TRES EDADES DE LA VIDA

En el Renacimiento, tanto el italiano, el holandés como el alemán, hubo un tema recurrente en las disciplinas artísticas, como la escultura y la música que lo abordaron, pero el que más lo popularizó fue la pintura. El tema eran las tres edades de la vida, que evoca al acertijo de la Esfinge que le hizo a Edipo.

El enigma que nos ocupa es aquél donde preguntó la Esfinge a Edipo: ¿cuál es el animal que por la mañana anda en cuatro patas, al mediodía en dos y por la tarde anda en 3 patas? … Bueno, la respuesta de Edipo es lo que nos ocupa. Él respondió que el hombre, en la niñez, anda en cuatro patas o a gatas, que al mediodía de su vida anda vertical, es decir, en dos patas y al atardecer, en la ancianidad, se apoya en un bastón y resulta, que andas en tres.

Esta adivinanza, fue el tema de los artistas del Renacimiento que, al reeditar la estética greco-romana, también heredó su temática. Tiziano Vecello tiene una hermosa pintura al respecto y de los modernos, Gustav Klimt. Muchos de ellos lo enfocan en lo femenino, aunque la pregunta de la Esfinge fue genérica.

El tema en sí se hizo popular por ser un asunto para la reflexión, y que te pone ante el inicio, el ápice y la madurez de los seres vivos, en particular del hombre. También tiene una connotación de biología profana: "el hombre nace, crece, se reproduce y muere". Ante esta notación descarnada del objetivo de la vida, el artista la adorna, con el tesoro de lo romántico.

En todos estos intentos de describir este hecho innegable, ha surgido a través del tiempo y de los movimientos artísticos del momento, un tesoro con obras extraordinarias que, ya no nos hablan del tema en sí sino que ven, a través de este prisma de la edad, la belleza contenida en el ser humano. Es decir, ya no se trata de las edades, sino, de la belleza de las personas concebidas por el arte como las tres bellezas de la vida, es decir, que en cada hombre o mujer, están contenidas estas tres bellezas y son, desde el punto de vista artístico trascendente: la belleza del alma, la belleza del corazón y la belleza física.

La más elevada de ellas, es la belleza del alma, que ha sido cultivada con los valores cristianos y la moral evangélica que le da al ser humano los sentimientos que se anidan en el corazón del hombre y de la mujer para que, finalmente, le den el objeto propio del amor: la belleza integral del ser humano.

De la belleza del alma, surge la bondad, la justicia y la adoración por la Suprema Belleza que es Dios. Luego, iluminado el corazón por el alma, surgen aquellos sentimientos genuinos, puros y amorosos, para que, indirectamente, todas estas virtudes y cualidades se reflejen en el cuerpo de las creaturas.

Ésta es solamente una explicación de que las virtudes y valores, de lo que hablamos, se refleja en la carne que portamos. Así se explica el fenómeno de la belleza en una persona, sin importar su edad; hay personas maduras increíblemente hermosas, pues pareciera que el cuerpo está envuelto de la belleza interna y no te explicas de dónde procede.

Así mismo, quien carece de valores, virtudes y conocimiento, es un objetivo bonito, más no es una persona hermosa.

Así, el enigma de la Esfinge se convierte en el enigma de la belleza; hay que valorar para encontrar este ideal que contenga las razones de la belleza.