LA TERMINAL
LA TERMINAL
A veces la experiencia que estamos viviendo puede traducirse más que en una debilidad en una fortaleza, que nos impulsa a vivir la vida con optimismo.
No nacimos para este mundo, somos ciudadanos del cielo y podemos transformar esta experiencia de vida en un mal necesario para prepararnos a una vida futura.
¿Quién no ha estado en una terminal aérea o de autobuses, esperando por muchas horas el anuncio de salida para nuestro destino, con la incomodidad, la inquietud y la zozobra por la salida?
No es nada cómodo pero es inevitable; hay que aguantar, filas para los servicios, todo caro, incómodo, ni dónde sentarse y peor si nos acompañan los pequeños de la casa. Así es la vida en tiempos de pandemia; hay que lavarse constantemente las manos, evitar la proximidad de los demás, atentos a no infligir las reglas, a evitar el ojo del "gran hermano" que no se ciega ni en el baño.
Estamos preocupados si el auto regresó solo a casa, si no hay una falla digital que te retenga tus dineros, y la inseguridad laboral, amenazada por la cantidad de manos ofrecidas; la cartilla médica que esté en orden, checándola constantemente en los monitores o en tu Smartphone.
Éstos son un ejemplo de cómo será el mañana; lo único que ha quedado a salvo es tu refugio interior, donde te encuentres con Dios, que disimulas con distracción o cansancio.
Pero todo lo soportas por la promesa anunciada de una vida mejor, plena, eterna y gozosa.
Sé fiel, aguanta y verás ¡qué Bueno es el Señor!
SAPIENTIA LDI
EDITORIAL