LA PACIENCIA

Cualidades versus Virtudes
LA PACIENCIA

El sentido de esta virtud humana y divina proviene del latín <pati> que significa sufrir.

Aristóteles, en su "Ethicas", alude a esta virtud como "El equilibrio entre emociones extremas o punto medio: Metriopatía". Con ella se consigue sobreponerse a las emociones fuertes generadas por desgracias o aflicciones.

Para ello es necesario un entrenamiento práctico ante el asedio de los dolores y tristezas de la vida, denominada "Poliorcética", o sea, la disciplina que se encarga de construir bastiones o fortificaciones.

La Paciencia es un rasgo de las personas que cultivaron la Prudencia; es la virtud de quienes saben sufrir y tolerar contrariedades con fortaleza y sin lamentarse.

Santo Tomás de Aquino considera, no sólo la actitud paciente, sino el hábito que facilita mantener esta actitud. Él dice: "La Paciencia es una virtud que se relaciona con la fortaleza e impide al hombre distanciarse de la recta razón, iluminada por la Fe y sucumbir a las dificultades y tristezas" (Suma Teológica, II-II, 9.136, a.1.).

En la religión cristiana, la Paciencia es una de las virtudes más valiosas de la vida. El aumento de la Paciencia es considerado como obra del Espíritu Santo en el cristiano que ha aceptado el regalo de la salvación. El Eclesiastés 7:8, señala que "El fin de un asunto es mejor que su comienzo, y la Paciencia es mejor que el orgullo".

En la Epístola de Santiago, la Sagrada Escritura exhorta a los cristianos a ser pacientes y "ver cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, hasta que lo reciba a principios y finales de las lluvias".

Sin embargo, no es fácil desarrollar la Paciencia en todas las ocasiones y más en la actualidad, en que el individuo se encuentra hostigado de deberes y quehaceres. El estrés diario, producto del tráfico, el caos económico, político y social, conspiran contra la Paciencia. En consecuencia, el acto de ser paciente significa ser persistente en relación a algo que no tiene fecha para concretarse, de ahí que se considere que la Paciencia forma parte de la madurez de los individuos.

Una de las páginas más bellas que enaltecen la Paciencia, se debe a la pluma de la Mística española, Santa Teresa de Jesús, cuya definición la tenía anotada en un papelito, por lo que la tenía presente durante sus trabajos. Esta estrofa es, quizá, la más conocida de la Santa: "Nada te turbe, nada te espante; todo pasa, Dios no se muda, la Paciencia todo lo alcanza; quien a Dios tiene, nada le falta: Sólo Dios basta".

Como toda virtud, para ejercerla se debe adquirir el hábito contra la impaciencia, que es la antípoda de la Paciencia. Podemos concluir con aquellas palabras de Lyman Abbott: "La Paciencia no es más que la pasión domesticada"; o aquella otra de novelista francés, Alejandro Dumas: "La Sabiduría humana puede resumirse en tener Esperanza y Paciencia".

SAPIENTIA LDI

EDITORIAL