LA GRATITUD

     Cualidades versus Virtudes
LA GRATITUD

Dicen viejos enunciados: "Es de bien nacidos ser agradecidos"; "Una buena manera de estar agradecidos es siendo sencillos"; "La Gratitud viene de la manera en que vemos a Dios, en que nos vemos a nosotros mismo y en que vemos a los demás".

La Gratitud es una virtud que nos lleva a tomar conciencia de los dones que recibimos cada día, a valorar la generosidad del que nos lo da y a mover nuestra voluntad para corresponder a estos dones.

Porque es la virtud que nos ayuda a hacer felices a los demás sin sacrificios ni grandes esfuerzos. Un "gracias" y una sonrisa puede cambiar el día de quien lo recibe.

Esta Virtud es hija potencial de la Justicia y de la Humildad. La Gratitud es el sentimiento por el cual nos sentimos obligados a estimar el beneficio o favor recibido y a corresponder de alguna manera.

También tomamos conciencia de que somos deudores y nos lleva a admitir que los dones, gracias, favores, ayudas recibidas cada día merecen un reconocimiento. La verdadera Gratitud no es sólo decir "gracias". Es agradecer con el corazón. Decía Séneca, que era pagano: "Es ingrato el que niega el beneficio recibido; ingrato es quien lo disimula; más ingrato quien no lo descubre y más ingrato de todos, quien se olvida de él". San Juan Bosco, por su parte, decía: "Todo se puede esperar de un corazón agradecido".

Agradecer lo que se tiene y lo que se ha recibido, debería ser una actitud inteligente y positiva ante la vida. Primero a Dios -con Quien tenemos contraída la mayor deuda-, que nos ha dado la vida sacándonos de la nada... Agradecerle que nos permitió la maravilla de poder ver... de poder caminar... de poder oír las olas y el canto de los pájaros... de poder experimentar la experiencia de enamorarnos... de disfrutar de los sentidos, mientras que otros muchos no pueden.

En segundo lugar, debemos sentir gratitud hacia nuestros padres que nos trajeron al mundo, que nos cuidaron, que nos alimentaron, que nos han bridado afecto, seguridad, protección y educación. En el caso de que nada de esto nos hayan dado, igualmente debemos agradecerlo porque, después de Dios, les debemos la vida.

De camino hacia Jerusalén, Jesús pasaba por Samaria y Galilea. Al entrar a una aldea vinieron a su encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y comenzaron a gritar: "Jesús, Maestro, ten piedad de nosotros". Él, al verlos, les dijo: "Vayan a presentarse a los Sacerdotes". Y mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, al verse curado, volvió alabando a Dios en voz alta y se postró a los pies de Jesús, dándole gracias. Era un samaritano. Jesús preguntó: "¿No quedaron limpios los diez? ¿Dónde estás los otros nueve? ¿Tan sólo ha vuelto a dar gracias a Dios este extranjero? Y le dijo: "Levántate, vete; tu fe te ha salvado" (Lc. 17: 11-19).

¿Qué explicación tiene el comportamiento de los otros nueve? La falta de humildad, de reconocerse deudores del bien recibido...

Lo que nos ennoblece y nos mejora como personas, no es el exigir sino el de agradecer. Oímos decir muchas veces: "La vida me ha dado mucho", pero la vida es solamente un camino por el cual transitamos y lo que vamos recibiendo en ella no es circunstancial sino providencial. Dios está detrás del don de la vida, de los padres que nos educaron y nos dieron un hogar y un bienestar, de los profesores que nos enseñaron, de los amigos que nos ayudaron, de los dones recibidos.

La Gratitud ni humilla ni esclaviza, simplemente es la memoria del alma. "Si das, olvídalo, si recibes, recuérdalo".

La Gratitud es la actitud básica cristiana y se le menciona como "El corazón del Evangelio".

SAPIENTIA LDI

EDITORIAL