LA DIGNIDAD

Cualidades versus Virtudes 

LA DIGNIDAD

El adjetivo "Dignidad" viene del latín <Dignitatis> significa "Grandeza", que es la cualidad de digno, y hace referencia al mérito de alguien o algo, e indica que alguien es merecedor de algo y pasa a un nivel de calidad aceptable.

La Dignidad está relacionada con la excelencia, la gravedad y el decoro de las personas en su manera de comportarse, de elevada moral, de sentido ético y acciones honrosas.

Es un valor inherente del ser humano por el simple hecho de serlo, en cuanto ser racional, dotado de libertad; no depende de ningún tipo de condicionamiento, ni de diferencias étnicas, de sexo o de condición social. A esto se suma la dignidad adquirida, siendo un concepto similar al del honor.

En Filosofía, la dignidad se divide en tres tipos: 1) la Dignidad Ontológica, con la cual todos los humanos nacemos; 2) la Dignidad Moral, se relaciona con el comportamiento ético y social de las personas y 3) la Dignidad Real, que es la que se recibe por parte de los otros.

Quizá la más importante de todas ellas es la Dignidad Cristiana, que considera al hombre como una creatura de Dios. Según el Catecismo de la Iglesia Católica, el hombre ha sido creado a imagen de Dios en el sentido que es capaz de conocer y amar libremente a su propio Creador. Así, el hombre no es solamente algo, sino que es capaz de conocerse, de darse libremente y de entrar en comunicación con Dios y las otras personas.

Aristóteles decía: "La Dignidad no consiste en tener honores, sino en merecerlos". San León Magno se refería a la conciencia de ser cristiano. Ser portavoz de la filiación divina comporta una alta dignidad, que es tan vieja como el cristianismo. "¡Conoce, oh Cristiano, tu dignidad!".

Cuando el cristiano conoce y reconoce la dignidad que le da ser hijo de Dios, el mundo cambia en lo personal y todo alrededor. Ser hijo de Dios te da la certeza y la magnitud de tu dignidad. El ser hijo del Santo de los Santos no es cualquier cosa. "Nobleza obliga" y debemos conducirnos como tal; hay que comportarse en lo privado y lo social de una manera acorde a la posición de uno y, sobre todo, acorde a la reputación que heredamos del Altísimo.

¿Hay dignidad más elevada que ella? Frente a ésta, toda dignidad humana palidece. La herencia, la raza, la gloria, las posesiones... todo palidece, no hay dignidad más alta y elevada. De aquí surge el respeto ontológico que nos debemos.

Recuerda que, antes de pecar, eres hijo de Dios y que aquello que te atrae desordenadamente, mancilla el honor y la dignidad de tu Padre que está en los Cielos, por lo tanto, mancilla tu dignidad y la de los demás. La mayoría de los pecados del hombre requieren el "otro" para que se lleve a cabo. No seas el medio o el bellaco que atenta contra la decencia, la honra y la nobleza de tus hermanos.

¡Nobleza obliga!

SAPIENTIA LDI

EDITORIAL