LA CONVERSIÓN
LA CONVERSIÓN
En este tiempo cuaresmal, los católicos reflexionamos mucho en la conversión …
¿Pero si soy católico? Bueno, te diré lo siguiente: el ser humano, con la terrible herencia del pecado original y a pesar, de haber sido lavado de ese pecado por el Bautismo, sigue arrastrando nuestra naturaleza, y ésta, es una naturaleza caída. Es la verdadera razón de tantas caídas y resurrecciones.
El alma de un pecador que ha caído una y otra vez en el pecado, por la perfidia de su naturaleza y su rescate, se debe a su fe y la fuerza de voluntad que se levanta del pecado.
Ésta es la historia de nuestra vida: la lucha constante de nuestra naturaleza, de estar apartado de Dios y ser reo de muerte. La misericordia divina, cada vez que caes, extiende su mano para rescatarte una y otra vez, porque la fuerza del mal manipulado por el demonio te tiende la trampa.
¡El tribunal divino siempre está abierto al perdón! Es el único lugar en que, el reo de muerte sale absuelto y esto, se debe a la oración de los fieles, que, sumando a la oración personal, conmueve el alma del Divino Juez para otorgarnos el perdón, una vez más.
¡Todo es misericordia divina! … si no, nadie se salvaría. Es una condición para la confesión de los pecados, tener la absoluta intención de no volver a caer, aunque la carne es débil y cae.
Dios no se cansa de perdonar, pero, es necesario para el bien de nuestra alma, tratar al menos de resistir al pecado, y tarde o temprano, lograremos mantenernos más tiempo, sin ofender a Dios.
Una práctica muy efectiva es utilizar en nuestro beneficio la metáfora de la Pasión … ¿? ... Es el ejercicio de tener conciencia plena que, cada vez que cometemos un pecado, compararlo como, si éste fuera una bofetada a Jesús en su Pasión. Esta metáfora, deja de serlo, si entiendes la gravedad de ofender a Dios.
En esta forma se entiende la gravedad de tus caídas ... es sumar, más y más, sufrimiento a Su Pasión.
Si eres un alma sensible, entenderás sin tanta explicación. Llorarás y lamentarás haber ofendido al Supremo Amor, Aquél, que te conoció antes de nacer, antes de concebirte y que, es Bueno en sumo grado. Nos dio la vida y sobre todo nos invita a la vida eterna: el gozo absoluto de contemplar a Dios.
Deja de pecar …. déjate amar y ama como Dios nos ama.