UN MUNDO VACÍO
Cuando iniciaba el año en curso, jamás hubiéramos imaginado que el 2020 sería asaltado abruptamente por las grandes élites oscuras para, so pretexto de una "pandemia mundial", coartar la libertad e intentar acabar de tajo con todo aquello que llena y da sentido a la vida de los seres humanos: la religión católica y la búsqueda de Dios.
Jamás pasó por nuestra cabeza que íbamos a vivir más de 3 meses confinados en nuestras casas en medio de la zozobra por la caída de la economía, la destrucción de los empleos y con miedo a salir a la calle, a convivir con los demás.
Los medios de comunicación inundaron nuestras vidas con cifras escandalosas de contagios y muertes por Coronavirus, y nos llenaron de temor enfermizo.
Desde que se registraron los primeros contagios de Covid-19 se mandaron cerrar todos los templos, se suspendieron las celebraciones de la Santa Misa y los oficios de Semana Santa. Así, sin más, dejaron vacío el único lugar a donde la gente podía acudir en busca de consuelo. Al igual que en el huerto de los olivos, se dejó solo a Jesús Sacramentado en medio de tiempos difíciles.
En un hecho insólito, muchos obispos y sacerdotes se olvidaron de su vocación, se sometieron, callaron cobardemente y abandonaron al pueblo a su suerte; lo dejaron sin asistencia espiritual, sin misas, sin sacramentos y sin esperanza cuando más la necesitaban. Se encargaron de adormecer y de vaciar la poca o mucha religiosidad que quedaba en los fieles.
Con el pretexto del Coronavirus, se logró en poco tiempo lo que sus enemigos habían intentado a lo largo de muchos años: sacar a la gente de los templos, atacar lo sagrado y someter a la Iglesia.
Ahora, como parte de las "disposiciones" para reanudar el culto público en los templos, se "recomienda" oficiar misas "más cortas" y se limitan los horarios y el número de asistentes. Por si esto no fuera suficiente, faltaba "la cereza en el pastel": rebajaron y "pisotearon" el sacramento de la Comunión al pedir a los sacerdotes que se administre en la mano, sí, en la mano...
Reabrirán los templos, pero estarán vacíos de todo respeto y religiosidad... En esta "nueva normalidad" el objetivo es "moldear" y debilitar a las almas para ir ganando terreno en la tremenda lucha espiritual que ya se vive en nuestros tiempos.
Al estar a la deriva sin guías espirituales y vivir preocupados por el desempleo, el Covid-19, etc., las almas serán más fáciles de controlar y de manipular, para que, atemorizadas, sean obligadas a renunciar a todos sus derechos y libertades elementales, como profesar en público la fe católica (la única y verdadera), el libre tránsito, así como trabajos dignos y bien remunerados, según la doctrina social de la Iglesia.
Vivimos en un mundo donde las personas están llenas de series, películas, noticias y tecnología, pero de manera preocupante, están vacías de fervor, oración y de Dios...
Sin embargo, a pesar del panorama abrumador, podemos observar en el horizonte destellos de esperanza, gracias a que Nuestra Madre Celestial nunca ha abandonado a sus hijos en esta lucha.
DLB