PONZOÑA INOCULADA
Con este título no me refiero al veneno de un insecto o reptil que pica o muerde, sino al veneno que inocula, en el espíritu humano, el aliento del mal personificado en el demonio. Esta criatura celestial fue degradada a lo más bajo de la escala descendente, hacia el infierno. Y no estoy hablando de un personaje de historieta o película de terror o de una visión romántica de la mente humana, estoy hablando de un ser inteligentísimo, que por ser la estrella de los cielos, el amor propio hizo que se creyera más que su Creador.
No siempre a la inteligencia la acompaña el temor y la prudencia. Este amor por sí mismo hizo la revolución en el empíreo, con el catastrófico resultado de ser derrotado él y una tercera parte de los Ángeles del Cielo, que, creyeron en la posibilidad de derrotar a Dios y tomar su lugar.
El infierno, hasta entonces no existía, pero Dios, viendo la rebelión, optó por no aniquilarlos, pero si, separarlos del resto de los espíritus fieles a su Creador. Así fue, que el Eterno diseñó con su sabiduría ese lugar tremendo, donde el espíritu sufre lo indecible, sin la posibilidad de redención.
Pero ¿por qué se reveló Luzbel? … Resulta, que aún el espíritu del nivel de Luzbel conoció de alguna forma el pensamiento de Dios para la creación del hombre, y su papel en la historia. Lo más terrible para su ego fue conocer los planes sobre la Encarnación de la Segunda Persona de la Trinidad Santísima.
Ahí fue donde su inteligencia se confundió y la enorme apreciación de sí mismo, acabó con su cordura y gritó … ¡Non serviam! … o sea … ¡No serviré a un Dios, que su naturaleza sea inferior a mí! Al emitir este grito, fruto de su indignación, y hacer la guerra al Todopoderoso, anticipó su destino y fue arrojado al infierno, que, Dios ya le había preparado.
Esta rabia infinita, está envidia sin medida, aunada a una inteligencia superior, hicieron del Ángel caído un verdadero enemigo para el pensamiento de Dios. Este "mal" que surgió en el ángel derrotado, no existía … fue fruto de la envidia, la soberbia y de una inteligencia en rebeldía.
Dios creó al primer hombre, un espíritu encarnado en un cuerpo material, obviamente inferior a los Ángeles, y también lo dotó con el libre albedrío, o sea, la facultad para amar a Dios por decisión propia, y no, por mandato obligatorio.
El odio satánico (Satán, nombre de Luzbel ya caído) por la obra de Dios, y objeto de su condenación, fue y ha sido desde entonces, el objetivo del diablo para sabotear la Creatividad Divina. A esta acción del demonio le llamamos "el mal" … así que, el mal existe, no por un invento de Dios, sino por una decisión libre de un ángel que era amado de Dios.
Desde entonces, durante la habitabilidad del Paraíso, el diablo ya rondaba a la creatura de Dios … el hombre.
Quien crea que todo esto es superchería, necesita revisar la historia, y sin ir más lejos, su historia personal … ¿Cuántas veces nos decimos, "ay, se me metió el diablo"? … En esa ocasión, la inteligencia se ofuscó, el sentimiento común desapareció, el temor de Dios se hizo a un lado, y la carne y el instinto dominó, por decir, tan sólo un ejemplo. Lo mismo pasa con la envidia, la ira, la glotonería y todos los pecados que cometemos, para hacernos reos de muerte ante los ojos de Dios.
Pero Dios es justo y compasivo y al ver la orfandad del hombre ante el mal (las acechanzas del demonio) concibió la Redención, o sea, que algo o alguien redimiera al hombre de las sugerencias del diablo, a lo que llamamos pecado.
Y así, la salvación, desde el principio de la historia, fue anunciada, comentada y esperada.
La salvación llegó a la descendencia de Adán y Eva a través de Jesucristo, el Verbo Encarnado que era la única posibilidad de Redención, ya que, el pecado cometido por nuestros primeros padres, a sugerencia del ángel caído, era contra Dios y su dignidad ofendida era infinita, así que, el mismo Infinito reclamaba la reparación proporcionada.
Él, ya pagó de antemano por nuestros pecados, sólo queda arrepentirnos sinceramente, reconocerlos, confesarlos y cumplir la penitencia.
¡Dios te ha perdonado de antemano! … A tí ¡sólo corresponde aplicar los frutos de la Redención!
¡Dios te perdona si tú te arrepientes! …