Nuestra vejez

Anacleto González Flores, un intelectual mexicano y mártir de la Guerra Cristera escribió cosas bellísimas, llenas de verdad. En el presente artículo me gustaría compartir un resumen de uno de estos escritos, llamado Nuestra vejez:
"La enfermedad más seria y grave que padece nuestra sociedad consiste en que ha perdido su juventud… La juventud no solamente consiste en una verdadera etapa circunscrita por el tiempo, sino también por una actitud moral que se caracteriza por una fuerte y viva confianza en la realización plena del bien y de la verdad. Esto explica que el elemento esencial de la juventud sea la esperanza…
Entre nosotros, se ha perdido la esperanza y se ha extinguido la juventud. Y esto explica el empequeñecimiento de horizontes y la irritante mediocridad de nuestra vida individual y colectiva. … Entre las cosas que más pronto han desaparecido y que menos hemos podido conservar, hallase el atrevimiento, la audacia de lo noble, de lo alto, de lo que toca los pliegues de la bandera del ideal…
Hemos perdido el sentido más profundo, más característico de la juventud: la pasión del riesgo, la pasión del peligro. Medimos todos nuestros pasos, contamos todas nuestras palabras, recomponemos nuestros gestos y nuestras actividades de manera de no padecer ni la más ligera lastimadura y de quedar en postura bellamente estudiada…para vivir a todo trance. ..Encorvados bajo todas las cargas de la vida, y, sobre todo, la de las crisis de nuestra época, apenas se atreven a mover su pie, por temor de despertar las iras de los portaestandartes del mal…
Hemos vivido entre viejos; hemos recibido… el contacto de sus dedos rugosos y nos hemos marchitado, más del cuerpo que del alma. Y hoy formamos una generación de viejos que no saben más que calcular, más que contar, más que comprar, vender, prestar a interés devorador y atesorar, encendidos por la fiebre característica de la vejez, que es la avaricia.
Y en torno nuestro se desarrolla…la conjura suprema de la vejez: nadie habla más que de recomendar quietud y medida en los movimientos; nadie hace otra cosa que condenar las actitudes un tanto salidas del criterio vulgar de la seguridad y del éxito a la vista, expresado en una cifra de alcance material…
La juventud, audacia santa para las banderas altas y llenas de luz, ha muerto en cada conciencia y ha desfallecido de frío y de pesimismo en las multitudes…" (Flores, 2004)
Este hermoso texto fue escrito hace 100 años, pero no ha perdido su sentido y no podemos decir que ya no concuerda con nuestra realidad. Al contrario, al parecer, con el pasar del tiempo se ha vuelto más real. No está mal que el hombre se preocupe por las cosas materiales, son necesarias para subsistir; pero no se puede volverse esclavo de ellas. Hombres y mujeres fuimos creados por Dios para cosas más sublimes, para cosas más nobles. Los ideales que Anacleto plasmó en el papel no se quedaron ahí, él los vivió en carne propia, hasta el último extremo: murió martirizado por la causa de Cristo Rey durante la Guerra Cristera.
¡Es necesario que la juventud reviva! Durante su letargo, el mal se ha vuelto un grandísimo árbol enraizado en lo más profundo de la sociedad cuyos frutos envenenan y vuelven a los hombres en horribles deformaciones: hombres que se creen mujer, mujeres que se creen hombre, madres que matan a sus bebés y adultos que matan a los ancianos. Pareciera que no hay vuelta atrás, que estamos perdidos, pero esto tan sólo es aparente, porque ¡Cristo ya ha vencido y algún día volverá a reinar! y cuando vuelva, nos preguntará qué hemos hecho con nuestra juventud.
Bibliografía
González Flores, Anacleto. (2004). El plesbicito de los mártires. Guadalajara. Obtenido de https://dn790007.ca.archive.org
Señorita Paulina Estrella