“MORIMOS COMO VIVIMOS”

03.11.2022

En el presente, las generaciones toman la vida como un elixir, hasta parece que se va a acabar. Exprimen al máximo el tiempo dedicado al entretenimiento como si fuera lo único posible de ser vivido.

Hoy platiqué con "mi viejo amigo" y estuvimos haciendo remembranzas de lo vivido en las generaciones pasadas.

Me comentaba que su generación, que es más nueva que la mía, se desgastaba más en el aprendizaje y la actividad sociopolítica que la actual ... y que no había tiempo para nada, se vivía en febril movimiento para la acción.

En este tiempo (hace 40 o 50 años), pocos eran los que dedicaban su tiempo al ocio y la diversión ... todo era estudio y trabajo ... trabajo y estudio. Todo eran grupos piréticos que buscaban encontrar días y noches de 48 horas. Se decía ... ¡a dormir al panteón!, andábamos somnolientos y ojerosos, pero con el alma rebosante de ideales y proyectos. El estudio no daba tregua y el trabajo no daba menos. El poco tiempo que quedaba lo invertíamos en diálogos, actividades culturales y proyectos agitados.

Todo era café ... y café, y en exámenes recurríamos otra vez al café para mantener los ojos abiertos y la mente funcional.

Nuestras generaciones, las de mi "viejo amigo y de su servidor, fueron de mucho jaleo": si queríamos estudiar teníamos que trabajar ... la escuela secundaria y la prepa eran nocturnas. Y el debate se abría en algún parque o esquina del barrio después de las once de la noche.

Las mesas de los cafés son testigos de cómo arreglábamos el mundo, entre cinco y siete de la tarde, para luego irnos a la escuela.

¿Quién no recuerda los entrañables sitios repletos de aromas como el café Acrópolis, el café Concierto, o el Santa Doña, que era un café-librería, testigo de alegatas y reuniones ... el café Brasilia, en honor a la ciudad carioca ... y el entrañable café Madrid, que aún da servicio al igual que el Café Madoka y tantos otros, que han desaparecido en aras de los antros? Antes, defendíamos nuestras razones, que impugnaba el adversario, pero siempre salíamos como buenos amigos. Ahora, sólo mueven el esqueleto al ensordecedor ruido -de disque música-; poco se habla ... y es a gritos, no hay espacio para la charla.

Eran otros tiempos ... ahora no dialogan, sólo bailan. Antes, en nuestras charlas, usábamos hasta 2000 palabras (por los latinismos); ahora son 20 a 30, y la que se repite más es la de "wey".

Como decía un clásico del Cine de Oro ... ¡Qué tiempos aquéllos, señor don Simón!

Cuando las fiestas se preparaban con antelación, las damitas de entonces necesitaban hasta 3 meses para preparar su vestido de fiesta ... Ahora, diario hay fiesta ... ¡qué tiempos!

Por cierto, hoy es "día de muertos" y recordamos con afecto a todos los cercanos que ya se han ido ... ¡Hoy es día de fiesta en el Cielo! ... Ningún vivo está presente ... en esta fiesta sólo aceptan difuntos que hayan vivido bien ... ¡Como Dios manda! ... hoy vemos vivos, pero calaveras no sabemos.

Mi "viejo amigo" tiene tantas delicadezas conmigo que hasta sospecho que me está deseando buen viaje ... ja, ja, ja ...

Nos faltó tiempo para vivir ... lo invertimos en estudio, lecturas, debates y folletos. ¡Espero que en el Cielo haya un espacio para los que no vivimos como viven ahora los millennials! ... Éramos un grupo pequeño y conservador ... ¡Muy serio!