LOS ERRORES DEL SOCIALISMO

11.03.2024

Apuntes sobre Doctrina Social de la Iglesia

1. El socialismo. Su origen y principales dogmas.

En la antigüedad ya se esbozan algunas ideas de lo que más adelante será la doctrina económica y política conocida como socialismo, pero los autores contemporáneos hacen surgir esta doctrina en el primer tercio del siglo XIX, con los escritos de Robert Owen, del Reino Unido, y Henri de Saint Simon, de Francia. Sin embargo, los representantes más importantes los encontraremos ya a fines de este siglo y en albores del XX con Carlos Marx, Federico Engels, y en la visión más extrema del socialismo, que es el comunismo, con Vladimir Ilich Uliánov Lenin, mejor conocido como Nicolás Lenin.

Esta doctrina nace como un rechazo al liberalismo económico generado a partir de la Revolución Industrial, donde unos pocos individuos empezaron a amasar fortunas mediante la explotando de los trabajadores. En estas circunstancias, el socialismo se presentó como un defensor del obrero, lo que le valió para ganar adeptos entre esta multitud de "proletarios" explotados.

Desde su inicio, el socialismo manifestó un rechazo a la idea de Dios y a la iglesia. Parte de la base de que el hombre, y todo lo que existe, no es más que materia. Visto así, si el hombre no es también espíritu, si no tiene un alma que salvar, cualquier cosa que se siga es válida.

Cuando Charles Darwin desarrolló la "teoría de la evolución", que más que teoría científica fue una doctrina, igual que el socialismo, ambas doctrinas se reforzaron mutuamente; por un lado, convenía a los socialistas explicar que el hombre no procede de un Dios creador, sino que aparece en medio de una evolución a partir de seres inferiores, específicamente a partir de los primates. Por otra parte, aunque Darwin específicamente no negaba la idea de un Dios creador, sus seguidores vieron en el materialismo propagado, no por Darwin, sino por sus seguidores, una confirmación del socialismo, especialmente bajo las propuestas de Marx, una explicación que convenía a sus intereses.

Desde el punto de vista de la Doctrina Social de la Iglesia ya tenemos una partida en falso. Negar la existencia de Dios, cambia ya todas las reglas del juego, pues desaparece no solo la idea de la creación, con todo el orden establecido por Dios, sino también del Misterio de la Redención, y con ello se aniquila la idea de una Iglesia fundada por el Hijo de Dios. Sin la naturaleza corporal y espiritual del hombre, y sin una Inteligencia que gobierna providencialmente el universo y al mismo hombre, hemos caído en una serie de supuestos, donde se mezclan el caos y el azar, pero que al final no conducen a nada, y que eliminan el sentido de la vida. Como bien se afirma en la metafísica, la nada, nada produce; el caos, no puede producir orden.

Desde su inicio, hoy el socialismo y su expresión más radical, el comunismo, fueron condenados por la iglesia en múltiples ocasiones. Especialmente destaca la condena que hace S. S. Pío XI, en su Encíclica Divini Redemptoris, del 19 de marzo de 1937, donde afirma que el comunismo es intrínsecamente perverso y no se puede admitir que colaboren con él en ningún terreno los que quieren salvar de la ruina la civilización cristiana.

Se ha definido al socialismo como una doctrina, y no como una teoría científica, porque ésta, la teoría, tiene que demostrar los principios en los cuales se basa; y la doctrina, parte de principios aceptados "a priori", es decir, sin la necesidad de demostración de su validez.

Los puntos centrales de la doctrina socialista pueden ser enunciados en los siguientes puntos (Politocracia, 2024):

  • Supone una igualdad social, donde todos los hombres somos iguales.
  • Sustenta la abolición de la propiedad privada, es decir, niega el derecho del hombre al usufructo de lo que con su trabajo e ingenio ha ganado.
  • Propone el control social por parte del estado, antepone a la familia y a la Iglesia la autoridad del Estado.
  • Centraliza y nacionaliza los medios de producción. Todo el aparato productivo estará en manos del Estado, que será el que reparta los bienes equitativamente a los miembros de la sociedad.
  • Propone la sustitución del sistema capitalista por un sistema comunista, donde el Estado se convierte en una especie de Hermano Mayor, que dicta loque está bien y mal, es el encargado de legislar y de sancionar a los violadores de sus leyes establecidas.

La doctrina de S. S. León XIII

1. El problema de Orden natural y el orden social

S. S. León XIII sobre la doctrina del Derecho Natural y el derecho positivo.

El Derecho Natural (Wikipwdia. Derecho Natural) es una doctrina ética y jurídica que afirma que Dios ha puesto en la naturaleza humana un conjunto de derechos universales anteriores, superiores e independientes al derecho escrito, al derecho positivo, o al derecho consuetudinario. Es un derecho divino y por lo tanto tiene preeminencia sobre el derecho positivo, o sea, el derecho dictado por los hombres. También se le ha llamado al derecho positivo como "Derecho Nuevo".

Resulta obvio que las doctrinas ateas no aceptan el derecho natural; para los no creyentes este derecho positivo o nuevo, es lo único valido, que, en principio, surge de las opiniones de los hombres. Este derecho es la regla en el común de las naciones.

Pero el derecho natural sin duda tiene preeminencia, y ya ha sido postulado y defendido no sólo por autores cristianos sino también por autores paganos quienes afirman que este derecho está impreso en la mente de todas las personas. Si quitamos el derecho establecido por Dios, el derecho natural, los derechos de los hombres pueden llegar a cualquier lugar incluyendo a aberraciones mismas, como es liquidar injustamente a sus semejantes mediante el aborto, la eutanasia, el suicidio asistido, y otros.

Su santidad León XIII afirma lo siguiente:

De aquí que, con una nueva impiedad, desconocida hasta de los mismos gentiles, se han constituido los Estados sin tener en cuenta alguna a Dios ni el orden por El establecido. Se ha vociferado que la autoridad pública no recibe de Dios ni el principio, ni la majestad, ni la fuerza del mando, sino más bien de la masa del pueblo, que, juzgándose libre de toda sanción divina, sólo ha permitido someterse a aquellas leyes que ella misma se diese a su antojo. (León XIII, 1878)

Pero si los mandatos de los legisladores y príncipes sancionasen o mandasen algo que contradiga a la ley divina o natural, la dignidad y obligación del nombre cristiano y el sentir del Apóstol, exigen que se ha de obedecer a Dios antes que a los hombres (León XIII, 1878)

Aún más. En su Magistral Encíclica Rerun Novarum, 1891,

Por lo cual, si hay que curar a la sociedad humana, sólo podrá curarla el retorno a la vida y a las costumbres cristianas, ya que, cuando se trata de restaurar las sociedades decadentes, hay que hacerlas volver a sus principios (León XII 1891)

2.El problema de la igualdad

Es falsa la igualdad entre los hombres, salvo la que nos confiere la gracia. Presuponer que hombre y mujeres son iguales, y que aún los hombres son entre sí iguales es un verdadero error. Dios nos ha dotado de diferentes talentos que nos hacen diferentes y que nos preparan para diferentes funciones, por los cuales nos exigirá distintos resultados. No somos iguales.

S. S. León XIII lo dice con toda claridad:

Ellos seguramente no cesan de vociferar, como hemos insinuado, que todos los hombres son entre sí por naturaleza iguales; y, por lo tanto, sostienen que ni se debe honor y reverencia a la majestad, ni a las leyes, a no ser acaso a las sancionadas por ellos a su arbitrio. (León XIII, 1988)

Por lo contrario, según las enseñanzas evangélicas, la igualdad de los hombres consiste en que todos, por haberles cabido en suerte la misma naturaleza, son llamados a la misma altísima dignidad de hijos de Dios, y al mismo tiempo en que, decretado para todos un mismo fin, cada uno ha de ser juzgado según la misma ley para conseguir, conforme a sus méritos, o el castigo o la recompensa. Pero la desigualdad del derecho y del poder se derivan del mismo Autor de la naturaleza, del cual toma su nombre toda paternidad en el cielo y en la tierra.

Y hay por naturaleza entre los hombres muchas y grandes diferencias; no son iguales los talentos de todos, no la habilidad, ni la salud, ni lo son las fuerzas; y de la inevitable diferencia de estas cosas brota espontáneamente la diferencia de fortuna. Todo esto en correlación perfecta con los usos y necesidades tanto de los particulares cuanto de la comunidad, pues que la vida en común precisa de aptitudes varias, de oficios diversos, al desempeño de los cuales se sienten impelidos los hombres, más que nada, por la diferente posición social de cada uno. (León XIII, 1891)Todos estos principios están errados. No todos los seres humanos somos iguales. Como seres a unos les dio la capacidad para gobernar y a otros para ser gobernados: a unos más les dio la inteligencia para ser para ser doctos y a otros nos dio la capacidad ser enseñados; otros para recibimos los talentos para dirigir, para gobernar a otros, y a unos más más nos dio los talentos para ser los fieles del señor, los que obedecen, y con eso es suficiente para alcanzar la salvación. (León XIII, 1891)

3. Sobre el Estado y la familia

El concepto de Estado como anterior a la familia es un verdadero error, no sólo desde el punto de vista jurídico, sino también desde la perspectiva histórica.

Cierto es que el Estado es una institución completa, en cuanto que posee los elementos para orientar y ejerce el poder. Pero también lo es la Iglesia. Y la misma escuela. Primero. La familia es anterior al Estado. Sin la organización familiar no existiría el Estado. De hecho, hasta que los hijos crecen, se integran al aparato Estatal. Lo mismo podemos decir de la escuela y de la Iglesia. Pero pretender que el Estado tiene derechos sobre la familia y particularmente sobre los hijos, es una aberración.

La familia es la primera institución social, de la que surge la Iglesia y la escuela, y después de ella la sociedad. Esta negación de los derechos de la familia nos llevan a afirmar que los hijos son propiedad del Estado, y que pueden ejercer esos derechos como les plazca, ya sea sustrayéndolos del seno familiar o incorporándolos en actividades productivas o incluso bélicas.

Pero la tendencia del Estado de quitar a los hijos a la familia y educarlos según su ideología, es un error craso, porque no reconoce el origen de los hijos. Hablando con propiedad, el estado debiera velar por el bienestar de la familia y de sus hijos, porque de la formación de buenos hijos en la familia, el Estado se nutre.

Debemos considerar varios aspectos. El primero es que la familia es anterior al estado, y por lo mismo sus derechos deben ser, como lo dice su santidad León XIII, al menos iguales 0 mayores a los del Estado, después de la escuela y de la Iglesia, dado que estas instituciones son anteriores al Estado. De allí que su Santidad Pío XI establece el principio de subsidiaridad, que significa que cuando la familia no puede cumplir sus funciones de alimentación y educación de los hijos, el Estado debería de apoyarles

El segundo punto que debemos considerar es que, en la práctica, el Estado no es una entidad abstracta, sino que se concreta en personas específicas. Y precisamente por ello, estas personas- en un gobierno corrupto, se convierten en una especie de "príncipes" o "reyes" que dictan y sancionan a placer. Y entonces las familias y las demás instituciones sociales sufren las injusticias de sus gobernantes. Recordemos que la familia es la célula básica de la sociedad, y una de la salud física y espiritual de las familias dependerá contar con una sociedad sana.

Sabéis también que por los principios del socialismo esta sociedad casi se disuelve, puesto que, perdida la firmeza que obtiene del matrimonio religioso, es preciso que se relaje la potestad del padre hacia la prole, y los deberes de la prole hacia los padres. (León XIII, 1878.)

Por lo contrario, el matrimonio digno de ser por todo tan honroso, y que en el principio mismo del mundo instituyó Dios mismo para propagar y conservar la especie humana, y decretó fuese inseparable, enseña la Iglesia que resultó más firme y más sagrado por medio de Cristo, que le confirió la dignidad de sacramento y quiso que representase la forma de su unión con la Iglesia. (León XIII, 1878)

Por tanto, es necesario que ese derecho de dominio atribuido por la naturaleza a cada persona, según hemos demostrado, sea transferido al hombre en cuanto cabeza de la familia; más aún, ese derecho es tanto más firme cuanto la persona abarca más en la sociedad doméstica. (León XIII. 1891.)

Al igual que el Estado, según hemos dicho, la familia es una verdadera sociedad, que se rige por una potestad propia, esto es, la paterna. Por lo cual, guardados efectivamente los límites que su causa próxima ha determinado, tiene ciertamente la familia derechos por lo menos iguales que la sociedad civil para elegir y aplicar los medios necesarios en orden a su incolumidad y justa libertad. Y hemos dicho «por lo menos» iguales, porque, siendo la familia lógica y realmente anterior a la sociedad civil, se sigue que sus derechos y deberes son también anteriores y más naturales. Pues si los ciudadanos, si las familias, hechos partícipes de la convivencia y sociedad humanas, encontraran en los poderes públicos perjuicio en vez de ayuda, un cercenamiento de sus derechos más bien que una tutela de los mismos, la sociedad sería, más que deseable, digna de repulsa. (León XIII, 1891)

Los hijos son algo del padre y como una cierta ampliación de la persona paterna, y, si hemos de hablar con propiedad, no entran a formar parte de la sociedad civil sino a través de la comunidad doméstica en la que han nacido. Y por esta misma razón, porque los hijos son «naturalmente algo del padre..., antes de que tengan el uso del libre albedrío se hallan bajo la protección de dos padres». De ahí que cuando los socialistas, pretiriendo en absoluto la providencia de los padres, hacen intervenir a los poderes públicos, obran contra la justicia natural y destruyen la organización familiar.

4. El problema de la lucha de clases

Hay un presupuesto necesario que opera dentro del socialismo; se trata de la lucha de clases. Se manifiesta fundamentalmente de la lucha entre obreros y patrones; entre los pobres y los ricos. Pero no exclusivamente. Esta lucha de clases se da en todos los niveles: hombres contra mujeres; padres contra hijos, adultos contra jóvenes, etc.

Desde luego que estas dicotomías son falsas. Pues si bien ya se dijo anteriormente que Dios ha creado a los hombres diferentes y les ha dado talentos distintos, lo que Dios busca y ordena es que haya una unidad entre las gentes. Que La cristiandad se conforme al el Cuerpo Místico de Cristo, donde Él mismo es la cabeza y todos los demás conformamos su cuerpo. Y al igual que en un cuerpo hay diferentes órganos y miembros, así todos debemos estar unidos Cristo. Pero los enemigos de la iglesia intentan desmembrar ese cuerpo de Cristo y proponen una enconada batalla entre los diferentes miembros

Propone S. S. León XIII:

Diseminadas por doquier estas doctrinas, introducida entre todos esta tan grande licencia de pensar y obrar, no es de admirar que los hombres de las clases bajas, a los que cansa su pobre casa o la fábrica, ansíen lanzarse sobre las moradas y fortunas de los más ricos; ni tampoco admira que ya no exista tranquilidad alguna en la vida pública o privada, y que la humanidad parezca haber llegado ya casi a su última ruina.

Es mal capital, en la cuestión que estamos tratando, suponer que una clase social sea espontáneamente enemiga de la otra, como si la naturaleza hubiera dispuesto a los ricos y a los pobres para combatirse mutuamente en un perpetuo duelo. Es esto tan ajeno a la razón y a la verdad, que, por el contrario, es lo más cierto que como en el cuerpo se ensamblan entre sí miembros diversos, de donde surge aquella proporcionada disposición que justamente podríase llamar armonía, así ha dispuesto la naturaleza que, en la sociedad humana, dichas clases gemelas concuerden armónicamente y se ajusten para lograr el equilibrio. Ambas se necesitan en absoluto: ni el capital puede subsistir sin el trabajo, ni el trabajo sin el capital. El acuerdo engendra la belleza y el orden de las cosas; por el contrario, de la persistencia de la lucha tiene que derivarse necesariamente la confusión juntamente con un bárbaro salvajismo. (León XIII, 1891).

5. El problema de la propiedad privada.

Pero queda todavía un problema más grave: el problema de la propiedad privada, que es origen de otros problemas iguales o mayores. Y es que la propiedad privada no sólo se refiere a una casa y a los utensilios que hay en ella, o bien algún terreno cultivable y los animales o las herramientas que se utilizan para obtener provecho de la Tierra. Sino que también se refiere a la herencia que bien puede ser una cantidad realmente magra o bien enormes fortunas. Y los socialistas quieren adueñarse de todo esto.

Según el socialismo, la propiedad tiene que ser pública. Esto supone el desconocimiento de los derechos de los padres de procurarse algo para sí y para su familia, y detener algo en propiedad que garantice su supervivencia y el cuidado de sus hijos.

Como lo dice Su Santidad León XIII, "los hijos son algo de los padres y por lo mismo tienen el derecho de recibir en herencia algo de su propiedad".

Ciertamente no es una propiedad definitiva, porque como bien lo dice este mismo Papa, finalmente con la muerte de su poseedor, los bienes se quedan en esta tierra; nada se llevará a la otra vida. Por eso enumera otro principio que es el "Destino universal de bienes". Esta característica desde despertar en el poseedor de la propiedad privada, un compromiso con dejarla intacta y si es posible, mejorarla para las generaciones que le siguen.

Si bien la propiedad privada es necesaria para que el trabajador, que con su esfuerzo, ingenio y mano de obra, la ha adquirido, no por ello la poseerá en la vida futura, pero sí puede dejarla a sus nuevas generaciones, de manera que les ayuden a mantener su sustento, que les ayude a sobrevivir con la muerte de los progenitores.

Pero el socialismo insiste en que la propiedad es del Estado. Y de nuevo tenemos que hacer la misma reflexión quién conforma el Estado. Ya lo dijimos que no es una entidad abstracta, sino que está formada por personas, y de convertirse en la propiedad privada en pública, ellos serán quienes usufructen, administren o se beneficien con la propiedad que el trabajador adquirió con esfuerzo, ingenio y sudor y logró adquirir para el sustento de su familia.

S. S. León XIII se refiere a ello en la Rerun Novarum:

Pero quedan por tratar todavía detalladamente algunos puntos de mayor importancia. El principal es que debe asegurar las posesiones privadas con el imperio y fuerza de las leyes. Y principalísimamente deberá mantenerse a la plebe dentro de los límites del deber, en medio de un ya tal desenfreno de ambiciones; porque, si bien se concede la aspiración a mejorar, sin que oponga reparos la justicia, sí veda ésta, y tampoco autoriza la propia razón del bien común, quitar a otro lo que es suyo o, bajo capa de una pretendida igualdad, caer sobre las fortunas ajenas. Ciertamente, la mayor parte de los obreros prefieren mejorar mediante el trabajo honrado sin perjuicio de nadie; se cuenta, sin embargo, no pocos, imbuidos de perversas doctrinas y deseosos de revolución, que pretenden por todos los medíos concitar a las turbas y lanzar a los demás a la violencia. Intervenga, por tanto, la autoridad del Estado y, frenando a los agitadores, aleje la corrupción de las costumbres de los obreros y el peligro de las rapiñas de los legítimos dueños.

Atraídos, finalmente, por la codicia de los bienes terrenales, que es la raíz de todos los males, y que, apeteciéndola, muchos erraron en la fe, impugnan el derecho de propiedad sancionado por la ley natural, y por un enorme atentado, dándose aire de atender a las necesidades y proveer a los deseos de todos los hombres, trabajan por arrebatar y hacer común cuanto se ha adquirido a título de legítima herencia, o con el trabajo del ingenio y de las manos, o con la sobriedad de la vida.

La prudencia católica bien apoyada sobre los preceptos de la ley divina y natural, provee con singular acierto a la tranquilidad pública y doméstica por las ideas que adopta y enseña respecto al derecho de propiedad y a la división de los bienes necesarios o útiles en la vida. Porque mientras los socialistas, presentando el derecho de propiedad como invención humana contraria a la igualdad natural entre los hombres; mientras, proclamando la comunidad de bienes, declaran que no puede conllevarse con paciencia la pobreza, y que impunemente se puede violar la posesión y derechos de los ricos, la Iglesia reconoce mucho más sabia y útilmente que la desigualdad existe entre los hombres, naturalmente desemejantes por las fuerzas del cuerpo y del espíritu, y que esta desigualdad existe también en la posesión de los bienes; por lo cual manda, además, que el derecho de propiedad y de dominio, procedente de la naturaleza misma, se mantenga intacto e inviolado en las manos de quien lo posee, porque sabe que el robo y la rapiña han sido condenados en la ley natural por Dios, autor y guardián de todo derecho; hasta tal punto, que no es lícito ni aun desear los bienes ajenos, y que los ladrones, lo mismo que los adúlteros y los adoradores de los ídolos, están excluidos del reino de los cielos.

Y en la Encíclica Rerum Novarum

Sin duda alguna, como es fácil de ver, la razón misma del trabajo que aportan los que se ocupan en algún oficio lucrativo y el fin primordial que busca el obrero es procurarse algo para sí y poseer con propio derecho una cosa como suya. Si, por consiguiente, presta sus fuerzas o su habilidad a otro, lo hará por esta razón: para conseguir lo necesario para la comida y el vestido; y por ello, merced al trabajo aportado, adquiere un verdadero y perfecto derecho no sólo a exigir el salario, sino también para emplearlo a su gusto. Luego si, reduciendo sus gastos, ahorra algo e invierte el fruto de sus ahorros en una finca, con lo que puede asegurarse más su manutención, esta finca realmente no es otra cosa que el mismo salario revestido de otra apariencia, y de ahí que la finca adquirida por el obrero de esta forma debe ser tan de su dominio como el salario ganado con su trabajo. Ahora bien: es en esto precisamente en lo que consiste, como fácilmente se colige, la propiedad de las cosas, tanto muebles como inmuebles. Luego los socialistas empeoran la situación de los obreros todos, en cuanto tratan de transferir los bienes de los particulares a la comunidad, puesto que, privándolos de la libertad de colocar sus beneficios, con ello mismo los despojan de la esperanza y de la facultad de aumentar los bienes familiares y de procurarse utilidades.

Con lo que de nuevo viene a demostrarse que las posesiones privadas son conforme a la naturaleza. Pues la tierra produce con largueza las cosas que se precisan para la conservación de la vida y aun para su perfeccionamiento, pero no podría producirlas por sí sola sin el cultivo y el cuidado del hombre. Ahora bien: cuando el hombre aplica su habilidad intelectual y sus fuerzas corporales a procurarse los bienes de la naturaleza, por este mismo hecho se adjudica a sí aquella parte de la naturaleza corpórea que él mismo cultivó, en la que su persona dejó impresa una a modo de huella, de modo que sea absolutamente justo que use de esa parte como suya y que de ningún modo sea lícito que venga nadie a violar ese derecho de él mismo.

El derecho de poseer bienes en privado no ha sido dado por la ley, sino por la naturaleza, y, por tanto, la autoridad pública no puede abolirlo, sino solamente moderar su uso y compaginarlo con el bien común. Procedería, por consiguiente, de una manera injusta e inhumana si exigiera de los bienes privados más de lo que es justo bajo razón de tributos.

· Prohibición de afiliarse al socialismo

Finalmente, a manera de alerta, indica la prohibición para afiliarse a estos grupos:

Poned, además, sumo cuidado en que los hijos de la Iglesia católica no den su nombre ni hagan favor ninguno a la detestable secta; antes al contrario, con egregias acciones y con actitud siempre digna y laudable hagan comprender cuán próspera y feliz sería la sociedad si en todas sus clases resplandecieran las obras virtuosas y santas. (León XII, 1878)

Referencias.

León XIII. Quuod Apostolici Munieris, 18 de diciembre de 1978l. https://es.catholic.net/op/articulos/32227/cat/627/quod-apostolici-muneris-leon-xiii.html#modal

León XIII. Rerum Novarum. Del 15 de mayo de 1891. https://www.vatican.va/content/leo-xiii/es/encyclicals/documents/hf_l-xiii_enc_15051891_rerum-novarum.html

Pío XI. Encíclica Divini Redemptoris. 19 de marzo de 1937. Santa Sede. https://www.vatican.va/content/pius-xi/es/encyclicals/documents/hf_p-xi_enc_19370319_divini-redemptoris.html

Politocracia. 04 Febrero de 2024. Qué es el socialismo: características de la ideología socialista. https://www.politocracia.com/ideologias/socialismo/

Wikipwdia. Derecho Natural. https://es.wikipedia.org/wiki/Derecho_natural#:~:text=El%20derecho%20natural%20es%20una,determinados%20en%20la%20naturaleza%20humana.