LAS DESECRACIONES DE LA BASÍLICA DE SANTA SOFÍA

25.07.2020

LAS DESECRACIONES DE LA BASÍLICA DE SANTA SOFÍA 

Carmen Corona

A partir del Edicto de Milán (313), tras largos años de clandestinidad, el culto cristiano goza de libertad. Como los cristianos no tenían edificio propio, sino que se reunían en las catacumbas y estaban continuamente bajo amenaza, Constantino les cedió algunas basílicas para que pudieran celebrar el culto abiertamente, ya que crecían en número con mucha rapidez. Los cristianos aceptaron inmediatamente y empezaron a adaptar las basílicas según sus propias necesidades. Constantino ha sido vilipendiado por el modernismo católico aduciendo que dejó entrar en la iglesia al poder temporal. Tal vez éstos quisieran que siguiéramos en la época de las catacumbas.

Poco a poco, el concepto de basílica fue adquiriendo connotaciones puramente religiosas porque en el Imperio de Oriente, basílica era el palacio o casa regia del basileus, palabra que proviene del griego y significa conductor de los ejércitos, monarca.

En Roma, la basílica era sede de los tribunales y lugar de contratación y de celebración de reuniones de carácter público. Más adelante, se reservó el nombre de basílica para las iglesias notables por su antigüedad o su magnificencia y que gozan de ciertos privilegios pontificios.

La basílica es una construcción de planta rectangular dividida en tres o en cinco naves por medio de columnas con un ábside que es una construcción de planta semicircular.

Las basílicas cristianas modificaron la arquitectura añadiendo el crucero o transeptum, que atraviesa la nave mayor y da como resultado la planta de cruz. La mayor parte de las iglesias de Occidente se construyeron con planta de cruz griega o latina y no es sino en tiempos recientes cuando se han ensayado plantas de iglesia diferentes y tendientes al tipo circular o de auditorio.

SANTA SOFÍA DE CONSTANTINOPLA

La basílica más importante de Oriente es la de Santa Sofía de Constantinopla llamada también Santa Sofía la Mayor. El templo lo fundó Constantino en el año 260, pero fue destruido por un incendio en 393 y reconstruido en 415. Volvió a incendiarse en 532 y finalmente fue rehecho por el emperador Justiniano que decidió construir un templo mucho más espléndido que los anteriores y dedicarlo a la Santa Sabiduría de Dios o Santa Sofía o Hagia Sofía. Les encargó la obra a los arquitectos Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto y Santa Sofía fue consagrada el 27 de diciembre de 537.

Santa Sofía es una construcción genial que combina las dos estructuras básicas de los templos cristianos. La estructura longitudinal tiene el simbolismo del recorrido de la vida humana hasta llegar a Dios. El dinamismo propio de la cultura occidental hizo que esta fuera la estructura predilecta de los constructores de templos. En cambio, en Oriente se prefirió la planta circular.

El atrio es el lugar de ingreso de los fieles, sitio de espera, antecedente de la entrada al templo. Había un lugar reservado para uso del emperador. Las naves laterales estaban designadas para uso de los fieles. El ábside es el lugar de llegada, sitio de la divinidad donde está la imagen del pantocrátor y donde se coloca el clero para la liturgia. El edificio del templo tiene el simbolismo de la nave en que va el pueblo hacia el cielo. Las puertas también tienen un sentido escatológico: la entrada al santuario de la gloria.

La basílica de Santa Sofía es un rectángulo de setenta y un metros de ancho por setenta y siete de largo. Tiene cinco cúpulas. La cúpula central del templo tiene sesenta y siete metros de altura y más de treinta metros de diámetro y se apoya solamente en cuatro columnas, al contrario de las cúpulas romanas que se apoyan en un muro. Se logra con esto el efecto de que la cúpula parece flotar en el aire, Las tejas que cubre la cúpula se escogieron con mucho cuidado, porque son extraordinariamente livianas, para no agregar más peso a la estructura.

La cúpula tiene en su base una fila de cuarenta ventanas que le proporcionan torrentes de luz. La luz es protagonista, es un elemento arquitectónico, no producto de la casualidad. Las gradaciones de la luz durante el día y al paso de las estaciones del año permitían ajustar los tiempos de los actos litúrgicos a los cambios naturales de las estaciones.

De esta extraordinaria cúpula parte el sentido místico del templo: todo el interior se baña de la luz divina que cae sobre los ángeles, sobre el clero, sobre el emperador y sobre los fieles, envolviéndolos en el espíritu de alabanza y aspiración a la gloria. El Cristo que se encuentra en el domo central de Santa Sofía tiene abierto el evangelio en el texto que dice: "Yo soy la luz del mundo." (San Juan, 8, 12). 

Santa Sofía tenía un altar riquísimo de más de cuatro metros de largo hecho de oro con incrustaciones de piedras preciosas y más de doscientos candelabros de plata, con cadenas tan gruesas como el brazo de un hombre. El techo estaba igualmente revestido de láminas de oro. Los muros estaban recubiertos de mosaicos, que representaban a la Virgen, a los santos y a los ángeles. Los pisos eran de mármol y la arquitectura del templo y todos los materiales usados en su construcción fueron escogidos por su belleza, por su nobleza, por su brillo o su color, porque estaban destinados a un espacio sacro.

Este templo no es una "casa de oración" sino más bien es un tabernáculo o santuario donde reside Dios y donde recibe alabanza. Al emplear sólo los materiales más bellos se trataba de reproducir aquí en la tierra la imagen de la Jerusalén celestial de que nos habla el Apocalipsis:

"...la ciudad era de oro puro, semejante al cristal puro. Los fundamentos del muro de la ciudad están adornados con toda clase de piedras preciosas...las doce puertas son doce perlas...la ciudad no tiene necesidad de sol, ni de luna que la alumbre, porque la gloria de Dios la iluminaba y su lámpara es el cordero. (Apocalipsis, 21, 18-23)"

Salomón construyó el templo de Jerusalén también con gran magnificencia y empleando en la construcción los mejores materiales que pudo obtener, pero dice la leyenda que cuando Santa Sofía estuvo concluida, Justiniano entró a verla y exclamó "Salomón, te he vencido."

En el siglo XV el Imperio Bizantino fue conquistado por los turcos otomanos. El 29 de mayo de 1453, el joven emperador bizantino Constantino Paleólogo se rindió después de un largo asedio ante una fuerza de doscientos cincuenta mil jenízaros y doscientos ochenta barcos.

Mahoma entró a caballo en la basílica de Santa Sofía que, acto seguido, se transformó en mezquita. Loa bellísimos mosaicos que recubren las paredes fueron encalados porque los musulmanes, como los judíos, consideran ofensivas e idolátricas las imágenes, inclusive las de animales o de cualquier ser vivo. En las pechinas se colgaron enormes escudos verdes con letras de oro con versículos del Corán. En el exterior se erigieron cuatro minaretes para llamar a la oración. El edificio, sin embargo, se conservó. Las plegarias en honor de Alá resonaron en el templo de la Santa Sapiencia y el cristianismo desapareció de estas regiones. El islamismo lo substituyó. Esta fue la primera desecración.

La belleza y la armonía de Santa Sofía impresionaron tanto a los conquistadores musulmanes, que después de 1453 levantaron todas sus mezquitas con cúpulas que querían seguir el modelo de esta basílica, añadiendo solamente los minaretes. En 1934 Mustafá Kemal Atatürk firmó una orden que convertía a Santa Sofía en museo, a pesar de que había servido como mezquita por casi cinco siglos.

Recientemente, el día 7 de julio de 2020, el Presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ordenó que nuevamente Santa Sofía se convirtiera otra vez en mezquita. Esta es la segunda desecración. ¿Cuántas más ocurrirán en el futuro de esta bella basílica?


Carmen Corona