LA REDENCIÓN

02.05.2024

Este capítulo es la piedra angular de nuestra fe ya que, con la Muerte y la Resurrección de Jesucristo, toda la Escritura se cumplió y la Historia toma el sentido de la Salvación.

Desde la noche anterior dio inicio su Pasión, se entregó de antemano en la institución de la Eucaristía, al final de la Cena, para celebrar la Pascua y se entregó por completo en la fracción del Pan. Luego, en el huerto de los Olivos, presenció todos los delitos del mundo que debería cargar y casi se revela su Cuerpo, pero el Espíritu más fuerte pronunció: No se haga mi voluntad, sino la tuya. Al ver y sentir las vergüenzas del mundo, sudó sangre y el desconsuelo lo inundó; por lo que tuvo que venir un Ángel a consolarlo.

Luego, viene esa noche infame en que lo llevan y lo traen ante los poderosos del mundo, que buscan encontrarle algún pecado, para terminar por la mañana en el pretorio, siendo reo de muerte, al grito de "crucifícale", aumentando el eco de la sentencia por el odio de sus enemigos.

Los azotes fueron un gran dolor para su divino Cuerpo. El verdugo lo hirió con todos los instrumentos de flagelo: el látigo, la corona de espinas, las bofetadas. Además de las burlas y los gritos ensordecedores del pueblo, todo el dolor físico lo debilitó al extremo, pero … ¡el amor por los pérfidos pecadores era más grande que sus dolores!

Luego, vino la Vía dolorosa en la que estuvo expuesto a la muchedumbre que lo señalaba. Sufrió lo indecible al ver a su Madre, la Virgen María, acompañándole con sus lágrimas … Cayó tres veces, al grado que uno del pueblo, llamado Cirineo, tuvo que ayudarle a cargar la cruz … ¡Todo por nuestros pecados!

Al final de la Vía, lo esperaba el Patíbulo, donde lo desnudaron y lo clavaron frente a su Madre, que tuvo que quitarse su velo para cubrir su desnudez. Sucumbió a las tres de la tarde gritando: ¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu! … la Salvación y la Redención de la humanidad se había logrado.

La naturaleza fue más sensible que la naturaleza humana y protestó: un fuerte terremoto liberó a muchos muertos de sus fosas, se produjo un eclipse que duró varias horas, se rasgó la cortina del templo … y con esto, la herencia de los judíos pasó a la Iglesia de Jesús.

Todo ese día fue sangre, dolor y lágrimas. Sus discípulos se vieron perdidos al morir su Maestro.

¡Así fue el precio de la Redención! … Él eligió libremente esta forma y la consumó. Este fue el precio de nuestros pecados como la inconsciencia, el amor propio, el orgullo y la soberbia.

Amén.