LA ENFERMEDAD EN EL SIGLO XXI

Las enfermedades de hoy no son iguales a las del pasado y, mucho menos, a las del futuro. El cuerpo humano es víctima, en la actualidad, de diferentes focos de enfermedad. Por ejemplo: los rayos cósmicos, los ultravioleta y los infrarrojos.
Aparte de éstos, que tienen un impacto profundo en el ADN humano, está la contaminación alimentaria. Casi el total de alimentos procesados, tienen incorporados en sus fórmulas, azúcares añadidos, sales para su conservación, hormonas, metales pesados y colorantes artificiales; dando como resultado veneno puro para los organismos humanos. Luego viene la polución ambiental. Se cuidan de no fumar y las ciudades producen una niebla tóxica que arruinan los pulmones. El ruido, el acelere para los traslados, el pago de la hipoteca y las tarjetas de crédito, estresan los órganos del cuerpo. En esta sociedad, se llega a la edad de los cuarentas con el rostro fruncido, tosiendo y las articulaciones hechas polvo.
Pero lo más peligroso son las enfermedades que son derivadas de los continuos cambios de humor. El hombre se crea sus propias enfermedades y es el resultado de somatizar las preocupaciones. Por ejemplo, los rencorosos desarrollan cánceres, infartos y demencias. Si a esto le sumas el paquete ambiental, no se entiende cómo es que se ha elevado el promedio de vida. Pero ¿y la calidad de vida?... Hace 80 años no había cánceres, autismo, depresión, ni los virus que ahora se estilan.
Las enfermedades del ayer eran producto de las infecciones; no había penicilinas y se ignoraba el mundo minúsculo de toxinas, virus y bacterias. Esto azotó a la humanidad, y a partir del descubrimiento de los antibióticos, el hombre alargó la vida, pero dañó su psiquis. Ahora es la indolencia, las drogas y la pereza lo que impide al hombre una plenitud saludable.