LA EDUCACIÓN Y LA GRACIA

Hace 50 años hacía atrás, la juventud de entonces conservaba mucho de la educación de sus abuelos. La gente forjada a principios del siglo XX, tuvo experiencias que no tocaron a nuestra generación. Eran hombres y mujeres venidos de pequeñas poblaciones, donde el respeto a los mayores y el beso en la mano a los padrinos, era lo común.
Las mujeres eran recatadas, con hablar educado y sin dobleces. No conocían el albur, los chistes procaces, ni la falta de respeto a sus personas.
La gente era amable y generosa, y no interrumpían la plática de los mayores. El domingo era para ir a Misa; después, todos descansaban y luego de los oficios, iban a la plaza para dar vueltas y conocer gente.
El romance de entonces eran miradas, recados y una gardenia de vez en cuando. El pretendiente era evaluado por la familia para dar su permiso, y continuar o cortar de tajo. Se aplicaba aquel dicho popular: "cada oveja, con su pareja" y sólo en las películas, el pobre enamoraba al rico o al revés. Cada uno sabía su lugar en la escala social.
Las verbenas o fiestas del barrio eran propicias para enamorar y encontrar "a la media naranja". En los pueblos, la educación sólo era hasta la primaria, los jóvenes se incorporaban temprano a labores del campo y, en la ciudad, tan pronto terminaban de estudiar, se convertían en aprendices de un buen oficio: zapatero, albañil, conductor de camiones o autobuses, mecánicos, etc.; y ellas, estudiaban buenas carreras, como comercio o título de secretaria.
En las ciudades había fuentes de trabajo y empleados en tiendas de alta gama.
Poco a poco, se fue gestando la clase media en las ciudades, al ritmo de su industrialización y del comercio. También, el contraste entre ricos y pobres disminuía, al fortalecerse los trabajos y las prestaciones sociales.
Con la incorporación de las universidades en las ciudades, la clase media creció y venció a la pobreza. El campo y los pueblos se fueron quedando sin jóvenes, que eran, atraídos por el espejismo del progreso. Y en esa búsqueda de prosperidad, las buenas costumbres se fueron olvidando.
Cada generación de entonces, fue cambiando, y nada que ver con las nuevas generaciones. Ahora, los hombres y mujeres han perdido la distancia en el hablar y se conducen casi con la misma ligereza.
También se ha perdido la galanura del hombre hacia la mujer; ahora ya no hay cortejo romántico y "la igualdad" ha derramado su veneno.
¿Cuál gracia y lozanía? … Las mujeres de entonces no se han vuelto a recobrar, en esta época del smartphone, la prisa y la comida rápida.
Los hombres de hoy buscan la facilidad, lo rápido y el menor esfuerzo … ¡Qué va! … No representan el coraje, la responsabilidad, la fuerza y la sobriedad … se han feminizado más que las mujeres.
Antes decíamos "toda oveja con su pareja", pero ahora, todos andamos disparejos
Recuperemos las buenas costumbres del pasado