
Iglesia y científicos refutan "estudio" que afirma que el Sudario de Turín no es obra divina

El Centro Internacional de Estudios sobre la Sábana Santa (CISS) ha emitido una refutación técnica, afirmando que los modelos digitales de Moraes "no reflejan las condiciones reales" y "no añaden nada nuevo" al conjunto de conocimientos.
En un panorama mediático cada vez más impulsado por simulaciones digitales y titulares especulativos, el Santo Sudario de Turín ha vuelto a ser el centro de la controversia. Esta vez, la chispa proviene de un estudio generado por computadora del diseñador brasileño Cicero Moraes, quien afirma que la imagen del Santo Sudario se creó presionando lino contra un bajorrelieve.
La fecha de su publicación, coincidiendo con el congreso internacional sobre el Santo Sudario en San Luis (EE. UU.), ha generado inquietud entre académicos y fieles. Moraes, conocido por sus reconstrucciones tridimensionales de figuras históricas, publicó sus hallazgos en la revista Archaeometry, presentándolos como investigación científica. Sin embargo, sus propias advertencias revelan las limitaciones del trabajo: no incluye análisis químico, ni estudio del flujo sanguíneo, ni considera las propiedades microscópicas del tejido.
El modelo omite por completo la imagen dorsal y distorsiona la postura anatómica del hombre del Santo Sudario. Incluso la posición de las manos y los pies está invertida para mayor comodidad visual. Los críticos argumentan que el enfoque de Moraes no solo es metodológicamente superficial, sino también históricamente desinformado. Su teoría ignora décadas de investigación, incluyendo los extensos hallazgos del Proyecto de Investigación de la Sábana Santa de Turín (STURP), que en 1978 descartó la formación de imágenes por contacto.
La imagen de la Sábana Santa no es un pigmento ni una quemadura; es una oxidación superficial de la celulosa, tan tenue que penetra menos de una fracción de milímetro. Este fenómeno, compatible con la radiación ultravioleta, no puede reproducirse presionando una tela contra una escultura. El Centro Internacional de Estudios sobre la Sábana Santa (CISS) ha emitido una refutación técnica , afirmando que los modelos digitales de Moraes «no reflejan las condiciones reales» y «no aportan nada nuevo» al conjunto de conocimientos.
El Centro enfatiza que, si bien las herramientas digitales pueden facilitar la reflexión, no pueden sustituir el análisis físico y químico directo, especialmente cuando la imagen contiene polen de Oriente Medio, rastros de aloe y mirra, y sangre humana compatible con heridas de crucifixión. El cardenal Roberto Repole, arzobispo de Turín y Custodio Pontificio de la Sábana Santa, también ha intervenido. Sin desestimar la investigación científica, advierte contra la superficialidad de las conclusiones que se desmoronan al ser examinadas. Pide una atención crítica a lo que se publica con tanta facilidad y recuerda al público el papel de la CISS en el apoyo científico a la custodia de la Iglesia.
Lo que sigue siendo preocupante no es solo la fragilidad de la tesis de Moraes, sino la forma en que se ha amplificado. Grandes medios italianos como La Repubblica y La Stampa se han hecho eco de las afirmaciones sin crítica alguna, presentándolas como avances en lugar de especulaciones. Algunos incluso se refieren a Moraes como líder de un "equipo internacional", a pesar de la naturaleza solitaria de su modelado digital.
La repetición acrítica de los medios ha dejado al público confundido y, en algunos casos, engañado. Este patrón es familiar. En 2018, Matteo Borrini y Luigi Garlaschelli intentaron desacreditar las manchas de sangre de la Sábana Santa, solo para encontrarse con contraexperimentos y refutaciones. El trabajo de Moraes sigue una trayectoria similar: menos riguroso, más conveniente y, en última instancia, desdeñoso con la complejidad de la Sábana Santa.
El Santo Sudario sigue provocando incomodidad en círculos que se resisten a sus implicaciones. Su testimonio silencioso del sufrimiento, su imagen inexplicable y su misterio perdurable desafían tanto el reduccionismo científico como el escepticismo cultural. Quizás por eso es tan a menudo blanco de críticas: no porque haya sido refutado, sino porque se resiste a una explicación sencilla. En una era de certeza digital, el Santo Sudario sigue siendo una paradoja: un lino frágil que porta una imagen que desafía la réplica, una reliquia que habla no solo de la fe, sino también de los límites del entendimiento humano. Y en esa tensión, sigue inspirando investigación, devoción e, inevitablemente, controversia.