FELICES PASCUAS
El Cordero Degollado, vencedor de la muerte y el pecado, es desde este amanecer el León Resucitado. Él nos quita todos los miedos, melancolías y tedios; colma el alma de esa alegría, que tanto ofende y causa envidia a la serpiente rastrera.
El Fénix Divino, vivo y victorioso, surge del infierno del dolor, apagándolo con el contrafuego de su Caridad Divina; inflamando corazones fríos, que yacían muertos de aburrimiento y hastío pero que, ahora, fervorosos, purifican tibiezas pendientes del purgatorio.
El ángel junto a la losa me confirma los rumores: ¡ha Resucitado! ―me dice― y al encuentro de la Esposa, Conquistador enamorado, ha resurgido, del pétreo sepulcro frío, buscándola anda ahora por montes y por collados. Y la piedra que era puerta, ahora que ya está abierta, es la lápida inamovible que entierra al envidioso enemigo, eternamente hundido.
Es el Camino Iluminado, el sendero tan poco transitado, abierto entre las tinieblas, solitario. Hacia la Verdad se orienta mi débil inteligencia y una fuerza celeste le dan fuerza a mis pies cansados.
Que Él infunda fuerza al alma, para poder dar el testimonio heroico que los tiempos actuales nos exigen.