EN ESPERA DE LA NAVIDAD
¡Qué ilusión esperar la llegada de la Navidad! … Éste es el primer sentimiento, que año con año, las personas manifiestan vistiendo con luces y adornos navideños las calles y las casas de la ciudad … ¡Se empieza a preparar el gran evento del año! ... que en todas las latitudes de la Tierra se festejará.
Florecen todo tipo de sentimientos, desde la caridad y la hermandad hasta la añoranza. Los niños esperan con alegría esta época porque para ellos, además, significa que serán premiados por ser buenos y obedientes; es época del reencuentro, igual que lo es para todos nosotros, pero no sólo con nuestros seres queridos, sino que es el reencuentro con Aquél que siempre nos ha amado.
Y ¿de quién hablo? … Del Niño Dios, del Dios hecho hombre, de Nuestro Señor Jesucristo que nos demostró con su Nacimiento, Pasión, Muerte y Resurrección su intervención directa en nuestra alma y en las de todos los hombres que han existido a través de la historia para santificarlas y salvarlas, siempre y cuando, las dispongamos para que Él habite en ellas.
El Adviento es la mejor época de preparación para que esto suceda, porque son cuatro semanas en las que recordamos los cuatro mil años que estuvieron en espera del Salvador, desde Adán y Eva hasta su nacimiento … ¡Nosotros no tenemos que esperar tanto! … sólo disponer el corazón para que el día en que festejamos su Nacimiento histórico, nazca espiritualmente también dentro de nosotros si estamos en gracia con Él.
¡Qué grande es su amor!, que quiso hacerse hombre semejante a nosotros a fin de redimirnos de nuestros pecados y así, aspirar al Cielo … Y ¡lo más increíble! … es que se ha quedado presente en el altar como alimento de nuestra alma, y estará con nosotros hasta el fin de los tiempos.
Esta época es una mezcla de sentimientos: de esperanza y alegría por la llegada del Salvador, pero también de arrepentimiento y dolor de haberlo ofendido, por lo tanto, también es tiempo de penitencia y sacrificio.
Así que dedica cada día durante estas cuatro semanas, a demostrarle cuánto deseas que nazca en tu corazón, dedicándole un tiempo a Él, en la oración, al meditar, asistiendo más seguido a Misa, cultivando el intelecto con buenas lecturas, haciendo penitencia, privándote de lo que te gusta como sacrificio para purificar tu corazón. ¡Para los ojos de Dios, hasta el más pequeño sacrificio es agradable!
¡Imagina, qué felicidad! Que cuando llegue a tu corazón, por todo el esfuerzo que hiciste para estar en Gracia, te llene de más gracias y bendiciones que son los mejores regalos para el alma, y así, no te separes jamás de Él.
¡La espera misteriosa … ésa es la verdadera magia de la Navidad!