"...ÉL ES EL HIJO DE DIOS"

12.01.2023

Apenas hemos celebrado Su Nacimiento, y la Iglesia, como si ya hubieran corrido de súbito 30 años, nos propone el 13 de enero, la trascendente Fiesta del Bautismo de Nuestro Señor Jesucristo.

Este evento, por desgracia tan poco recordado entre los cristianos, no sólo marca el inicio de la vida pública de Jesús, la difusión de su excelsa doctrina de Amor y Misericordia y el obrar bondadosamente tantos milagros, sino la confirmación plena, para los precristianos de ayer -y los incrédulos de hoy-, de lo que públicamente no se había dicho antes, que ¡Cristo es el Hijo de Dios!

Tales fueron las palabras que San Juan Bautista pronunció con toda seguridad en los días que bautizaba con agua. Y, como si quisiera evitar cualquier duda, antecede las palabras: "... he visto, y testifico que Él es el Hijo de Dios" (Juan, I, 34).

Estas palabras tan breves y escuetas, constituyen nada menos que la roca de nuestra Fe, el fundamento y veracidad absoluta de la doctrina cristiana: la divinidad de Cristo.

Este deslumbrante testimonio del Bautista no fue producto de una antigua interpretación escriturística, ni de una conclusión lógica, menos de una febril imaginación. San Juan presenció, fue testigo del cumplimiento de una revelación particular: "... pero Él que me envió a bautizar con agua me había dicho: "Aquél sobre quien vieres descender el Espíritu y posarse sobre Él, Ése es el que bautiza en Espíritu Santo..." (Juan I, 33). Y a pesar de que Juan no conocía -físicamente, se entiende- a Jesús, dijo: "He visto al Espíritu descender como paloma del cielo y se posó sobre Él".

¡Qué gran fe la del Bautista!... ¡Vio y creyó!... Y por ser de alma pura y de espíritu humildísimo, no se contentó en creerlo, sino que de inmediato exhortó a sus discípulos a creer en Cristo como único Salvador de los hombres: "He aquí el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo".

Sí, Cristo es el único que puede rescatarnos de la esclavitud del pecado, porque es el único que "bautiza en Espíritu Santo". Es decir, Cristo, el Hijo de Dios, como da testimonio San Juan Bautista, es el único que a través de sus verdaderos representantes en la tierra, los Sacerdotes católicos y no nosotros mismos, puede con su poder divino, perdonarnos al arrepentirnos... quitar nuestros pecados al lavarnos... sanarnos... ¡y salvarnos!