EL BUEN NACIONALISMO

21.09.2023

Hace días leí un artículo en el que denostaban al nacionalismo por tratarse apenas –dicen- de una ideología que sólo ha causado graves tragedias en la historia universal desde que su concepto nació a fines del siglo XVIII.

Luego de leerlo me quedó un mal sabor de boca pues el artículo contrastaba con lo que había aprendido desde niña y con lo que he concebido desde mi juventud: que el nacionalismo es un valor cívico-cultural y hasta ético.

Hagamos algunas consideraciones sobre la diversidad semántica de las palabras y sobre la experiencia de la historia.

Ciertamente las palabras no siempre tienen la misma significación en lugares y tiempos distintos, porque están sujetas, sobre todo, a la evolución de las ideas. Sin embargo, normalmente conservan lo esencial. En este caso, las palabras "ideología" y "nacionalismo" han sufrido varias interpretaciones. Por ejemplo, en siglos pasados, la ideología se entendía como ciencia de las ideas y se relacionaba con la Filosofía, pero desde el siglo XX, tomó el sentido de un conjunto de ideas profesadas por algún grupo o doctrina que absolutizan sólo una parte de la realidad y la manipulan, al igual que a sus seguidores, a conveniencia.

Por su parte, el nacionalismo, que nació al calor de los movimientos libertarios del siglo XVIII, fue tomando una fuerte connotación política, al tiempo que crecía el poder de los Estados o de los Imperios. En el siglo XX la historia constató el crecimiento, y a veces la exacerbación del sentir nacionalista en algunos estadistas que, así como los estimuló a realizar grandes beneficios para sus pueblos, tampoco evitó yerros.

Pero el nacionalismo no es una ideología, y menos, una doctrina perversa.

El nacionalismo es una tendencia natural del hombre, un sentido de pertenencia a todos los elementos que lo rodean desde que nace: personas, tierra, cielo, naturaleza, bienes, etc. Es la identificación natural que todo ser humano siente por su pueblo, su raza, su lengua, su religión, su territorio, sus símbolos patrios. El nacionalismo también es el deseo legítimo de un pueblo de sentirse libre en un Estado propio y soberano.

Claro que el concepto de nacionalismo no significa absoluta semejanza de todos y de todo; el espíritu de unidad supera la diversidad que pueda existir entre sus elementos. Es el nacionalismo el que da cohesión a un pueblo. Es la identidad propia que distingue a un Estado de otro y que enriquece el contexto internacional y hermana a los pueblos.

Ciertamente son inevitables los conflictos internacionales, pero más inevitable es pretender acabar con el nacionalismo. Estamos conscientes de que no existen nacionalismos puros ni perfectos, ni tampoco promovemos sus excesos ni sus defectos.

En México, estamos a favor de que todos los mexicanos sientan y expresen un amor grande por su Patria y, sobre todo, por la Reina que forjó nuestra nación, la Virgen de Guadalupe.

Estamos a favor de un nacionalismo mexicano que reconozca y se sienta orgulloso de su origen mestizo y de las riquezas que nos legaron tanto indios como españoles; de un nacionalismo que aprecie 300 años de historia virreinal fructífera y colorida, pero insidiosamente olvidada; de un nacionalismo orgulloso de valientes próceres de la Independencia, de la República, de la Revolución y de la Postrevolución…

Estamos a favor de un nacionalismo entusiasta, pero sobre todo, reflexivo, que siga luchando por superar las lacras de nuestro pueblo y las traiciones propias y extranjeras; que siga luchando por una vida, salud y educación dignas y no populacheras.

Finalmente, invitamos a todos los mexicanos a recuperar la identidad nacional que por siglos nos ha caracterizado: un México noble, generoso, católico y guadalupano… ¡VIVA MÉXICO!