CONVERSIÓN DE SAN PABLO (I): SINCERIDAD

27.01.2023

La conversión de San Pablo debiera ser una celebración muy importante para cada uno de los que nos decimos cristianos porque tiene grandes enseñanzas.

Vamos a resaltar apenas tres virtudes que nos ilustra este extraordinario acontecimiento en tres breves y sencillas reflexiones, alrededor del 25 de enero, Fiesta de la Conversión de San Pablo.

Hoy vamos a rescatar la Sinceridad, entendida como la armonía entre lo que se dice o se vive, con la voz de la propia conciencia.

Saulo de Tarso, como todos sabemos, era un judío culto, discípulo de un célebre doctor de la ley, practicante de su religión, y de temperamento apasionado, que estaba convencido de hacerle un gran honor a Dios persiguiendo cristianos. Recto como era, Saulo pidió autorización a las autoridades de la Sinagoga para ir a Damasco a capturar a quien predicare en nombre de Jesús. Antes, ya había asistido al asesinato del diácono Esteban y parecía que ni el altísimo discurso que pronunció el protomártir antes de morir, había hecho mella en la firme voluntad de Saulo.

Así, presto e impetuoso, se dirigió el celoso joven a la ciudad vecina en busca de quienes creía enemigos de Dios... Y en el camino, sólo la Luz y Voz de Dios pudieron detener sus bríos: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?... Yo soy Jesús a quien tú persigues. Mas levántate...". Luego de tres días de ceguera, ayuno y oración, el Espíritu Santo, a través del Bautismo que recibió de Ananías, el otrora perseguidor de cristianos se convirtió a Jesucristo y se transformó en su mayor predicador, en el Apóstol de los gentiles, en el Apóstol por antonomasia.

¿Qué méritos hizo Saulo para merecer tan alto don?... Ninguno, estrictamente. Para que Dios obre misericordiosamente con tanta liberalidad, no ocupa de ninguno de nuestros méritos porque, además, no los tenemos. Pero si pudiera haber alguno, sería la sinceridad con nosotros mismos, es decir, la fidelidad de nuestra voluntad con nuestros pensamientos, con nuestra conciencia; claro, con lo que las cosas son en sí, con lo que deben ser.

Saulo creía sinceramente, por su educación, en la fe mosaica pero cuando vio y oyó a Jesús tan intempestivamente, su alma limpia se rindió de inmediato ante Quien es toda Verdad y Bondad.

Si los cristianos de hoy obramos mal, no es por estar en la religión equivocada, al contrario. Si nos dejamos llevar por las malas costumbres que hoy parecen tan "normales", es porque, aunque la conciencia nos grite que NO debemos hacerlo, cedemos tontamente con el pretexto de que "todos lo hacen". Cada cristiano está obligado a formarse y auto educarse de tal modo que su conciencia debe ser verdadera, recta y firme.

No tratemos de justificar nuestra mala conducta... Sigamos el ejemplo de San Pablo:

Desde el momento en que, a través de una visión a manera de rayo, conoció a Cristo, se dedicó en cuerpo y alma a predicarlo por todos los rincones que pudo, hasta la muerte.

¿Cómo predicó San Pablo?

Con toda sinceridad, sin acomodar la fe y los mandatos de Dios a los tiempos o lugares... simplemente ¡sin dobleces!