GUADALAJARA, ESPAÑA

UN PEQUEÑO POBLADO EN EL CORAZÓN DE LA MADRE ESPAÑA

Guadalajara es una ciudad y municipio español, situada en el centro de la península . Es la capital de la provincia homónima, en la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha. Está situada sobre un otero en la orilla izquierda del valle del río Henares en la parte más elevada de la meseta sur de Castilla, en el centro de la península ibérica y entre las comarcas de La Alcarria y la Campiña del Henares. La ciudad se fundó sobre una eminencia acusada del terreno, entre dos profundos barrancos, el del Alamín y el del Coquín o de San Antonio, que traían sus aguas desde la cercana meseta alcarreña hasta el Henares.

La altura de la ciudad sobre el nivel del mar es de 708 metros medidos en la plaza mayor. Es de clima mediterráneo continentalizado, con largos y fríos inviernos, y veranos cortos y muy calurosos. La media anual de temperaturas es de 13,1 ºC y de precipitaciones de más de 400 l/m2. Cuenta en 2017 con 84.145 habitantes, lo que la convierte en la segunda ciudad más poblada de Castilla-La Mancha, tras Albacete. Con una superficie de 235,51 km² tiene una densidad de población de 355,11 km2.

La ciudad de Guadalajara fue fundada por los árabes, entre el siglo VIII y el IX. De esa época se cree proviene su nombre que podría venir del árabe andalusí «wād al-ḥaŷarah» (واد الحجرة o وادي الحجرة) dado al río Henares. En sus cercanías había existido un emplazamiento romano, cuyo nombre, Arriaca, puede tener el mismo significado. La ciudad alcanzó cierto esplendor en el siglo X, a pesar de su situación en un territorio que casi siempre estuvo en pie de guerra.

En 1085, Guadalajara fue conquistada por el rey castellano Alfonso VI, atribuido este hecho a Alvar Fáñez de Minaya. Desde ese momento y hasta la batalla de las Navas de Tolosa en 1212 la historia de la ciudad refleja el curso de las guerras contra los almorávides y almohades. En 1133 el rey Alfonso VII otorga el primer fuero a la población para regular la vida de su comunidad, estableciendo un conjunto de normas, derechos y privilegios y en 1219, Fernando III lo amplica concediendo el fuero largo a la ciudad.​ Posteriormente la protección del rey Alfonso X aseguró el desarrollo económico de la población, mediante la defensa de sus comerciantes y la autorización de sus ferias y mercados. En la segunda mitad del siglo XIV se estableció en Guadalajara la familia de los Mendoza que con su posterior ascenso trajo consigo el de la ciudad. En 1460, el rey Enrique IV concedió a la población el título de ciudad. A lo largo del siglo XVI se logró una época de auge.

La crisis general del siglo XVII afectó especialmente a Guadalajara que con la marcha de los Mendoza a Madrid y junto a la quiebra y la despoblación la continuidad de la ciudad se vio en entredicho. A comienzos del siglo XVIII y tras ser saqueada durante la guerra de Sucesión, la ciudad vive su peor momento. Para intentar frenar esta situación Felipe Vestablece la Real Fábrica de Paños en la ciudad, que hasta principios del siglo XIX asegura el crecimiento de la población.

Los daños causados por la guerra de Independencia y el cierre de la Real Fábrica de Paños, en 1822 provocan un nuevo declive en la ciudad.​ En adelante, hasta la segunda mitad del siglo XX, la ciudad sobrevive gracias a su función administrativa, como capital de provincia y sede de instituciones como la Academia de Ingenieros Militares o la Diputación de Guadalajara.​ El crecimiento, aunque lento, transforma la población, que alcanza los 11.000 habitantes en 1900.

La falta de desarrollo industrial limitó hasta bien entrado el siglo XX las posibilidades de la ciudad. Como en la mayoría del país la Guerra Civil y la época de posguerra fueron tiempos muy difíciles. En 1959 Guadalajara fue incluida en los planes de desarrollo como polígono de descongestión industrial de Madrid lo que provocó unas tasas de crecimiento importante de la ciudad y del denominado Corredor del Henares.