FIN DE SEMANA... ENTRE SEMANA
FIN DE SEMANA... ENTRE SEMANA
Tal parece que la realidad que vivimos después del confinamiento ha provocado un cambio de hábitos en nuestra vida diaria. Lo que hacíamos el fin de semana, ahora lo haremos entre semana.
Hablamos de ir de compras, al cine, a visitar a los parientes, el paseo al centro de la ciudad, salir a comer en familia. Todos estos cambios harán que nuestras actividades de trabajo sufran la falta de atención ya que el tiempo que dedicábamos a programarnos entre semana, pasarán a ser ocio y compromisos del fin de semana.
Todo esto lo tendrán que considerar, el comercio y la industria del descanso para que cambien sus patrones de ventas y servicios.
El confinamiento ha hecho que las autoridades civiles pongan restricciones de apertura de negocios los fines de semana. Así, las plazas comerciales, que se han convertido en centros de recreo y esparcimiento de fin de semana, lo hagan entre semana.
Las sucursales bancarias cercanas a un centro de salud llevan meses cerrados y los cajeros y tiendas de conveniencia se han convertido en los centros financieros habituales.
Por fin el Domingo será un día dedicado al Señor, para ir a Misa y reflexionar acerca de nuestro destino en el más allá y compartirlo en familia.
Una de las quejas que Nuestra Señora de las Lágrimas le hizo a Melania y Maximino en 1846 fue eso: no dedicar el Domingo a Nuestro Señor, siendo el origen de la pérdida de la fe y los valores.
Con la desaparición por cierre de los negocios en las plazas comerciales -más de fuerza que de ganas- los católicos tendremos una oportunidad más de dedicarle el día de descanso a Nuestro Señor, más aún que ya han reabierto los templos. Así, la Virgen detendrá su llanto y las familias volverán al santo redil de Jesús.
Otra queja de Nuestra Señora a los pastorcitos de La Salette fue la que se refiere a la blasfemia y las malas palabras. Su delicada virginidad se rebela ante esta detestable costumbre de jurar y de mal hablar. Junto al propósito de ir a Misa los domingos, debemos hacernos la determinación firme de dejar el mal hablar, las palabras de doble sentido que afean a las personas y recordar la buena costumbre de una sana educación.
O sea que el confinamiento ha resultado en algo loable para el que quiera recobrar la sana costumbre de dedicar el Domingo a Nuestro Señor y recortar la distancia que nos mantendrá alejados de nuestro compromiso con Él.
En hora buena por todo esto y que los domingos sean como antaño: un día de alegría en compañía de nuestro Creador.
SAPIENTIA LDI
EDITORIAL