¡LA MUSA SE ME ESCONDE!
¡LA MUSA SE ME ESCONDE!
Para toda actividad humana, sobre todo las de índole intelectual, se necesita el "empujón" de la musa. Esto quiere decir, que la inspiración, o sea, el acicate para realizarlo debe de obedecer a un impulso sobrenatural, que te incite a hacerlo ... Éste puede ser el ideal del asunto, la concepción de cómo debería ser o simplemente la alegría de su abordamiento ... y esto se logra con el debido envión del amor.
El arte en todas sus manifestaciones, ya sea la escultura, la pintura o el verso, es, cuando el resultado es bello, un fenómeno del amor.
Este amor es como en el "pool" ... de tres bandas; primero, lo concibes, luego, lo elevas a la divinidad y por último, lo aterrizas en la materia ... Todo bajo la mirada amorosa de la musa.
Cuando tu inteligencia y la experiencia toman cartas en el asunto, se reconoce la belleza de la obra ... ¡que nunca será hermosa sin el concurso de lo Alto!
Pero hay veces ... que no se te ocurre nada, la mente divaga en la aridez, la musa no aparece ... parece que se esconde.
Lo que sucede es que tu talento anda navegando en otras aguas ... en otros intereses y ... la musa desaparece.
Este fenómeno lo trata Gustavo Adolfo, si, sí, Bécquer, el poeta, que en sus inmortales rimas dice:
No digaís que agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira.
Podrá no haber poetas, pero siempre
habrá poesía.
Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran,
Mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira,
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa
¡habrá poesía!
¡Qué maravilla es tener a la musa de tu parte!