EL SANTO NUESTRO DE CADA DÍA…

EL SANTO NUESTRO DE CADA DÍA...

¿Para qué sirven los Santos?

La Iglesia Católica posee un santoral maravilloso de vidas edificantes que nacen del mismo seno de su fundación, siendo los Apóstoles, Discípulos y Mártires, el cemento con el que se construyó este increíble mortero que ha consolidado los tabiques del cristianismo desde hace más de 2000 años.

¿Que para qué sirven?

Bueno... los Santos son ejemplo de una vida cristiana plena y fructífera, como Dios quiere que sean todos los cristianos, y la vida y milagros de éstos, son la brújula para la vida. Los Santos y sus obras engendran a otros santos. En la vida de cada uno de ellos, se manifiesta desde temprana edad la predilección por algún Santo en particular. Y surge por el ejemplo de Jesús, y en esta invitación de Cristo, todos los Santos aspiran a llevar hasta las últimas consecuencias alguna de las virtudes y perfecciones de nuestro Perfecto Salvador.

¿Quién, en un arranque de conversión no ha soñado en ser Santo, teniendo como modelo alguna de estas almas privilegiadas?

De aquí nace la costumbre de poner el nombre de un Santo a los niños que se bautizan, para ponerlos bajo la tutela de tan ilustres preceptores. El nombre de pila por el cual navegamos por la vida está bajo la protección del Santo Patrono de ese niño, santa costumbre que, por cierto, se ha olvidado al igual que la influencia de las virtudes del Santo en la vida de los bautizados.

Pero el que recurre a su patrocinio llevará indeleble la protección del Patrono y será su guía, inspiración y modelo para llegar a poseer el espíritu de Cristo.

Además, en situaciones específicas hay Santos para todo: para inspirar toda una vida, para proteger el alma, el cuerpo y las cosas, para privilegiar el oficio, los trabajos o profesiones, para interceder a mediadores de alguna Gracia especial, etc.

La vida de los Santos nos inspira, impulsa, edifica y eleva toda nuestra vida de cristianos.

SAPIENTIA LDI

EDITORIAL