¡EL QUE NADA DEBE… NADA TEME!

¡EL QUE NADA DEBE... NADA TEME!

Esta frase que todo mundo conoce pertenece al acervo filosófico popular, y se pone de manifiesto cada vez que se requiere para justificar una presunta inocencia.

En sí, contiene una obviedad natural sin discusión y se invoca para reforzar la sencillez y el candor de los actos humanos.

Con esta premisa, es necesario, para asuntos de más peso y trascendencia, mantener incólume este principio y saltar a la vida eterna, sin escalas purgativas.

Su aparente sencillez, es de una dimensión más compleja, porque incluye toda la vida: esfuerzo, diligencia, renuncia, austeridad y oración.

Si persigues el compromiso de no deber nada a nadie, piensa en Él, al que le debes todo.

En fin, el compromiso, la ley y los Mandamientos no son para endeudarte en el mundo, sino para garantizar tu todo, para Él que es El Todo.

Si sólo Dios es tu Acreedor, estás del otro lado, porque la fidelidad al que le debes todo, se premiará con un lugar en el que no te faltará nada y poseerás todo.

Es momento de saldar cuentas con el mundo y reunir el peculio propio para pagar el boleto; sólo requieres honestidad, devoción, caridad, y no perder la esperanza, compartiendo lo que tienes con los que nada tienen, y así incrementarás el valor de tu peculio para llegar como debe ser al Más Allá, donde se encuentra El Todo.

SAPIENTIA LDI

EDITORIAL