¡DEPRESIÓN!

¡DEPRESIÓN!

Nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido.

Esta sensación de pérdida nos acompañará un largo tiempo; será inseparable y nos hará gemir y extrañar la libertad, la seguridad de bienestar, la locura de lo intrascendente, la compañía de las personas en lo cotidiano, la precaución en los traslados, la pérdida de ganas en la aventura y la manía de lavarnos continuamente las manos.

Definitivamente el mundo inmediato ya no es como fuera antes; nos acondicionaron para adquirir "hábitos" que sólo convienen al nuevo orden de las cosas.

Esto que vivimos es sólo el preámbulo de un cambio obligado que se implantará con o sin nuestro consentimiento, por el temor y el pánico. Olvidaremos que éramos libres y nos someteremos a los caprichos de una Élite que nos quiere más muertos que vivos. Somos, en su retorcida visión de la vida, un lastre para el planeta, un virus inoculado en la naturaleza, una carga social, seres innecesarios.

Desde la incorporación tecnológica de la IA (Inteligencia Artificial) hasta la Robótica, en todos los campos de la actividad humana, ya no somos necesarios.

Urge, según ellos, una reducción de la humanidad en una forma gradual o brutal. Ya lo han declarado: "Va a ser doloroso pero necesario, pero después viene un mundo mejor".

El anciano (mayor de 60 años) es el objetivo inmediato y quizá lo vayan recortando aún más en el futuro. Los hijos y la sociedad serán crueles y despiadados con los mayores porque los están convenciendo de ser un fardo innecesario. La depresión será una constante y el Estado te ofrecerá una salida "digna" para la partida. De hecho, en Holanda ya es una realidad la píldora del suicidio, que antes de la pandemia había sido aprobada.

SAPIENTIA LDI

EDITORIAL