¡CARTITA AL NIÑO DIOS!

¡CARTITA AL NIÑO DIOS!

Recuerdan que en vísperas de la Navidad te preguntaban que si ya habían hecho tu "cartita" al Niño-Dios

Todos los niños de entonces nos preocupábamos por hacer la "cartita" y con el apoyo de las mamás la escribíamos y cuando ya era mayorcito la hacías por tu cuenta; buscábamos el mejor papel y la pluma, y eso sí ... un sobre que dijera AIR-MAIL, para que llegara pronto y garantizar su recepción.

Por lo general en ese tiempo no éramos tan egoístas y pedíamos no sólo para uno, sino también por alguien que no teníamos la certeza de que la hubiera hecho.

Eran tiempos de antes de la electrónica, y entre lo más sofisticado, pedíamos "cochecito" de cuerda y si fuera de pilas mejor; las niñas pedían por lo general muñecas o jueguitos de té. Se estilaba entonces ya no las muñecas de pasta tradicionales, si no la nueva las de plástico rosa llamado de Sololoy, con ojos muy grandes que con el movimiento de acostarlas y levantarlas, abrían y cerraban los ojos eran resistentes al agua y casi todas las niñas lo primero que hacían era bañarlas.

Para los hombrecitos de entonces, estaban las pistolas de petardos, el antifaz del Llanero Solitario y su respectivo caballito de madera; otros juguetes muy valorados eran las cocinitas, y troquitas, sin faltar una bolsa llena de canicas, con "agüitas" y uno que otro "cacalote".

La emoción era incontenible la cena de Navidad, nos acostábamos temprano para dormir y despertar antes de lo normal, para abrir los regalos que nos trajo el Niño-Dios.

Yo lo confieso, hasta una edad de diez u once años... yo creía en el Niño-Dios y los Santos Reyes ... estos últimos nos traían dinero, dulces y chocolates, era como cerrar con broche de oro la Navidad.

Todavía están en mi recuerdo el sabor de la Navidad, aparte de los juguetes y los dulces, los sabores más ricos eran el de los buñuelos de anís, el atole de fresa y los tamales con carne de cerdo. Las corretizas con las luces de bengala, en las posadas en el barrio que sabían a fruta y dulces de piñata, sin faltar las cañas, cacahuates y mandarinas ... se conformaba uno con tan poco, pero lo disfrutábamos como si fuera mucho.

Así que toda la alegría de la Navidad se la atribuíamos al Niño-Dios y si lo piensas profundamente; toda la alegría navideña tiene la firma del Niño-Dios.

Hace tiempo entre los papeles de mi mamá, me encontré muchísimos años después una de esas cartitas, escritas con mi letra de párvulos: me dio tristeza y alegría, había olvidado lo bien que se siente enviarle una cartita cada año al Niño-Dios.

Y ahora que somos mayores y hemos pasado la estafeta, le seguimos enviando cartitas al Niño-Dios, escritas con el corazón en el papel del alma y con la tinta de nuestras lágrimas.

¡Feliz noche Buena!

SAPIENTIA LDI

EDITORIAL