CAINITAS

¡ CAINITAS !

En la lucha entre el bien y el mal, que se viene desarrollando desde que el mundo es mundo, no hay límite entre los ardides de Lucifer por frustrar los planes de salvación de Dios. Siempre ha habido, hay y habrá víctimas y victimarios en esta colosal lucha escatológica.

Desde el primer pecado (Original) pasando por el primer crimen, el de Caín sobre Abel, la historia es una cadena de abusos de hermanos contra hermanos. Esta visión de "hermandad" es el resultado de la revelación, donde nos han comunicado que todos los hombres somo hijos de un mismo Padre. De esta forma, el crimen contra un hermano se ha designado "cainismo", tomando el nombre del primer humano homicida.

Después de miles de años de homicidios, entre hermanos, Dios decretó el Diluvio y de esta forma perecieron los homicidas anti diluvianos. La descendencia del justo Noé y su familia, volvieron a poblar la tierra.

Sin embargo, el cainismo no se detuvo; volvió a aflorar en la estirpe humana y la Misericordia de Dios se manifestó al enviarnos al Salvador durante la Plenitud de los Tiempos... "Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros" (Jn. I, 14).

Jesús vino a pagar por estos crímenes cainitas y, aunque Inocentísimo, se cubrió con el pecado de los hombres, nos redimió y puso a nuestra disposición Su doctrina, que es un Sacramento de Amor, como un dique a la proterva tendencia del hombre de inclinarse al mal y de adorar a la bestia.

Esta tendencia al homicidio es producto de su naturaleza caída y un rechazo al rescate con el altísimo precio de la Sangre de Cristo.

Así las cosas, toda la historia está plagada de crímenes y abusos de hermanos contra hermanos; las revoluciones han sido el triunfo del inicuo contra la ley del amor.

Así vemos en nuestros días, en nuestra nación, la matanza desmedida del crimen organizado contra la población y la insistencia del Ejecutivo a refrendar los "derechos" de los asesinos y delincuentes.

Los feminicidios, tan cacareados por las mujeres que promueven el aborto, no se ven la cola ya que rugen contra los hombres y llevan a cabo los crímenes cainitas más aborrecibles contra un hijo de Dios. Nuestros hermanos mueren a manos de los homicidas abortistas, que exigen respeto y protección del Estado, en contra de los hombres en general y apuntan con dedo flamígero, chorreando sangre a la invención homicida de sus mentes.

No todos los hombres son homicidas, sólo unos cuantos, mal influidos por otros hombres o por ideas perversas, por la ignorancia, el alcohol, las drogas y a veces, por imprudencia cometen el nefando crimen cainita de arrebatar una vida.

Pero no sólo las mujeres sufren la violencia, también los niños y hombres son víctimas de abuso sexual, secuestrados o desaparecidos para pervertirnos o para reclutarnos y somos asesinados como moscas a manos de delincuentes, a veces de mujeres, y las más de las veces, del crimen organizado, protegido por el gobierno. También niños y ancianos son el objetivo de su saña... y ¿quién dice algo? ¿Acaso alguna vez has visto una manifestación de "masculinistas" marchar por sus derechos de vida? ¿Por qué debemos ser diferentes si somos hermanos? Según las estadísticas, el número de homicidios contra los masculinos es siete veces mayor que contra las féminas.

Así que, seamos justos; hombres y mujeres juntos como humanidad, rechacemos el cainismo, respetando la vida de los demás y démonos la mano para que, como hermanos, enfrentemos este desastre moral que nos agobia. A los medios de comunicación les pedimos que no lucren con el dolor de las víctimas. Al gobierno le pedimos que no los use de bandera política y con responsabilidad asuman su papel de protectores sociales y no de defensores de los cainitas que, bien sean hombres o mujeres, han extraviado la brújula en aras del demonio.

SAPIENTIA LDI

EDITORIAL