LA ESPERANZA

LA ESPERANZA

La Virtud Teologal de la Esperanza es infundida por Dios en el alma de todos los cristianos para que seamos capaces de obrar como hijos suyos confiando en Sus promesas para, definitivamente, ganar la Vida Eterna.

Esta Virtud es el arte de la espera, de la espera en que se cumplan las promesas de Nuestro Señor Jesucristo, y la gran espera es... Su Segunda Venida, el Fin de los Tiempos, el Juicio Final y la Vida Eterna.

Jesús es nuestra Esperanza, en Él confiamos, en Su Reino de Justicia y la Beatitud permanente.

Esta Virtud nos mantiene vigilantes, temerosos pero confiados en las promesas de El Señor. Por Él vivimos, por Él sufrimos, por Él esperamos... por Él morimos.

La Esperanza es la que nos hace ver el fin como inicio, que la muerte no es aniquilación... es plenitud... porque lo que parece nada se vuelve al Todo, a Su Creador.

Ésta es la virtud de la Esperanza, de la espera... Es la Virtud de la Virgen de la Expectación -o de la Esperanza- porque espera gozosa el Nacimiento de la Esperanza... Morir en la Esperanza es renacer en el cumplimiento, en la realidad de la espera: la entrada a la Eternidad, donde Cristo reina y reinará con Sus ángeles y Sus Santos por siempre jamás.

Así que hay que fortalecer la Esperanza a diario, recordando las promesas del Evangelio. Así que, venga lo que venga, la Esperanza no muere al último, trasciende al Más Allá... ¡es tu pasaporte a la Jerusalén Celestial!

SAPIENTIA LDI

EDITORIAL