REFLEXIÓN SOBRE LAS PAJAS
Hace cuatro meses, una colega del trabajo supo de las habilidades de mi esposa; y luego me preguntó si ella podría restaurar un Niño-Dios que había sufrido un percance hace como 35 años y lo guardaba celosamente en algún armario de su casa. Caridad, que es el nombre de mi colega, me explicó haber olvidado el motivo del accidente. Resulta que el Niño-Dios, es de los que hacían los artesanos hace unos 50 años, basados en un molde europeo posiblemente italiano. En ese tiempo no era común la pasta y para aligerarlo y no fuera tan pesado, lo vaciaban aplicando una delgada capa de yeso fino, y el niño, así de ligero, era pintado y terminado.
La característica de estos Niños-Dios, es que son de tamaño natural y se acostumbraba a tenerle un ajuar completo de tela tejida con gancho y se componía de una túnica, capa, guantes, gorro y zapatos. Pero su belleza radica en la mirada ya que tienen ojos de cristal y algunos llevan pestañas. Además, están pintados de un hermoso color carne con esfumados de leve carmín en sus mejillas, nariz, rodillas pies y manos.
En tiempo de Navidad, salen de sus cajas, para inspirar una tierna dignidad en los pesebres; y aún se pueden ver en algunos Nacimientos. El problema de esta generación de Niños-Dios, es la costumbre de vestirlos para el invierno a pesar de su ligereza. Y en este constante manipuleo de la imagen, pasan los accidentes; por lo general se golpean y se quiebran por la delgada capa de escayola del moldeo. Así que hay muchos Niños-Dios mutilados por el manejo piadoso de sus dueños. Lo más común es que se quiebren del cuello y extremidades, siendo los dedos de los pies y manos los que más sufren las consecuencias.
Este problema acongoja a mi esposa que no puede sufrir verlos en tal estado y se ofrece con desinterés a restaurar a esta generación de Niños-Dios. Ella, mi esposa es un talento lírico, le nace, le busca y encuentra la solución; además, es conocedora de materiales para modelar, de pastas, pinturas y terminados.
Así bajo estas circunstancias llegó el Niño-Dios de Caridad a manos de mi artesanal compañera.
Caridad tenía sus dudas acerca de armar el rompecabezas de su Niño-Dios... pero el torso y una pierna estaban casi intactas, así como la cabeza que se había fracturado y desprendido... y, con la ilusión de recuperarlo, se lo hizo llegar a la Virtud Teologal de mi esposa. Esperanza al ver el estado del Niño-Dios, le dio tristeza y puso manos a la obra.
El Niño-Dios de Caridad estuvo bajo la lupa y el pincel de Esperanza... Se dedicó a armar el rompecabezas de la pierna (la más dañada) pero con las piezas incompletas, y con gasas con yeso y pegamento, fue armando poco a poco al Niño-Dios.
Resulta que, cuando no estoy en casa, mi esposa Esperanza utiliza el mismo lugar de trabajo que utilizo yo... una mesa de comedor donde caben todas las herramientas y útiles de aplicar.
Las últimas semanas me encontraba frecuentemente invadido mi espacio de trabajo por el Niño-Dios... y poco a poco veía el progreso de su restauración; en esos momentos lo observaba y pensaba en Él ... en el Niño-Dios ... no en el que tenía enfrente sino en el original... Aunque muy bello, creía que el de "a devis", sería diez o cien veces más hermoso; porque era "el Niño más perfecto jamás nacido". Su figura en terapia reconstructiva me remontaba a su edad adulta... a su pasión y muerte, y me sorprendía como un Dios tan bello... fuera a ser ajusticiado en la plenitud de su vida.
Al volver la mirada para fijarla en el Niño-Dios en restauración me venía a la mente su misión: salvar a la humanidad y restaurar el vínculo de amor con el Padre Eterno que fue ofendido desde el Paraíso.
En la Vigilia Pascual hay un pasaje donde se bendice la falta de Adán y Eva que nos ha dado tan insigne Redentor... el mejor, el Omnipotente, el Dueño y Hacedor de todas las cosas, las visibles y las invisibles. Este gran Señor se encuentra frente a mí, reducido en su humanidad a una pequeña expresión de la Creación; se hizo Hombre-niño, para salvar al género humano y permitirle la entrada en el eterno Paraíso Celestial.
Es tan pequeño, tan indefenso, tan fino, tan inocente... pero el Padre, también le dio un Padre terreno y una Madre Santísima para que cuidarán de Él mientras se preparaba en la vida y llegara su momento. Ellos, José y María, fueron los mejores padres llenos de prudencia y discreción... Tan no llamó la atención que ni el demonio lo detectó y sólo fue conocido como Jesús... El hijo del Carpintero.
Todo esto no me lo creería si yo no hubiera tenido una madre que me infundiera la Fe, otra... Virtud Teologal... que nos hace creer en lo que no vemos ni palpamos... sólo así se puede comprender este Misterio.
Él ... en estado de restauración representa al Infinito - no creado, pero sí engendrado por Dios Padre y nacido entre los hombres.
Pronto celebraremos la Navidad, el mayor acontecimiento de la humanidad y todo este portento se encuentra dentro de esta creatura divina, sonrosada, bella, pero sujeta a su humildad, con frío, hambre, persecución e incomprensión.
Desde su nacimiento fue perseguido por los poderes de la tierra, por el odio fomentado por su adversario... pero le plugió a Dios que así sucediera y fuera ejemplo de que la santidad es posible bajo cualquier circunstancia. La Fe lo hace posible... una Fe a prueba de todo, sin fracturas, que no permite el paso de las ideas del hombre con su locura por las cosas de la tierra, de la gloria, del poder y del dinero.
Todo esto pensaba cuando veía al Niño-Dios en restauración y me deshacía en ternura, agradecimiento y adoración.
Cuando quedó terminado, me llené de angustia porque iba a ser entregado y me entró el sentimiento... ése que queda cuando en la juventud ibas a terminar un buen libro.
El Niño-Dios fue entregado a sus dueños; más bien, el Dueño de todo regresó a los brazos de sus cuidadores, para que este 24 de Diciembre, tome posesión en el lugar de honor en el hogar de Caridad y lo presida hasta la fiesta de la Candelaria, donde reposará sobre las pajas de los buenos deseos y la bendición de los hogares.
¡Feliz Navidad!