¡EL ENCANTO DE LAS POSADAS TRADICIONALES!

09.12.2021

Para los católicos mexicanos, hablar de Navidad es hablar necesariamente de Posadas pues, desde hace siglos, ellas formaron parte de nuestras tradiciones... ¡Y qué tradiciones!... ¡Encantadoras!

Según la Historia, desde el siglo XVI, los evangelizadores de nuestras tierras procuraron trasmitir la Fe a los naturales de la manera más sencilla y efectiva. Por eso, con espíritu catequístico y pedagógico, presentaban a los indios Autos Sacramentales -especie de obras de teatro con temas religiosos, de los cuales nacerían las Pastorelas-.

A finales del siglo XVI, el fraile agustino Diego de Soria consiguió el permiso Papal para celebrar Misas del 16 al 24 de diciembre y, con ellas, el recuerdo del penoso recorrido de José y María Santísima desde Nazareth hasta Belén, con el fin de empadronarse, tal como lo había mandado el Emperador César Augusto. Este esforzado peregrinar, considerando el avanzado embarazo de la Virgen María, se ve acompañado de grande gozo por la pronta venida del Salvador. Precisamente ése es el verdadero espíritu de las Posadas: acompañar gozosos a los Santos Peregrinos ¡porque el Redentor de los hombres está a unos días de nacer!

En México, las Posadas tradicionales consisten especialmente en peregrinar de un templo o casa, a otra, para pedir hospedaje, tal como lo hicieron José y María Santísima, y celebrar festivamente el generoso recibimiento de los anfitriones a los santos Padres de Jesús.

En breves palabras, las Posadas tradicionales se realizan así:

Los fieles parten, al atardecer, del atrio del Templo o de una casa, rezando (Padrenuestros y Avemarías o el Santo Rosario y las Letanías); los grandes, con velas en mano, y los niños (vestidos de pastorcitos), con sus báculos, panderos y silbatos, van cantando con alegría los Villancicos navideños sonando tan alegres instrumentos.

Al llegar a la casa designada, piden Posada cantando y, una vez que los amables anfitriones les abren las puertas de su casa, los peregrinos, encabezados por San José y la Virgen María, entran jubilosos, listos para quebrar las piñatas y degustar los aperitivos y los bolos (antes, artesanalmente elaborados y llamados "aguinaldos", llenos de dulces, frutas y galletas).

Chicos y grandes regresan felices a sus casas, esperando volver al día siguiente con el mismo anfitrión para partir de ahí con los Santos Peregrinos y proseguir el camino de Jesús y María hacia un nuevo hogar generoso, que quiera recibirlos.

¿No querrás ser tú y tu familia ser los próximos anfitriones?...

¡Organiza o participa en las Posadas tradicionales de tu Templo, barrio, colonia o coto!