EL LADRÓN

EL LADRÓN

Quizás uno de los oficios-vicios más recurrente en las sociedades modernas, es, sin duda, el robo … desde arrebatar un celular y correr, hasta el sofisticado manejo de un presupuesto público y su desvió para fines de robarlo.

El robo, lo ejercen los vagos sin oficio ni beneficio y algunos políticos que, por lo general, nunca han trabajado, pero siempre bajo el paraguas del presupuesto.

Tanto los robos pequeños como los grandes resulta que son un grave pecado … el asunto es que es premeditado y, sin barajar otra opción, … ¡es dinero! … y como dicen por ahí: "¡dinero que llega fácil, fácil se va!" …

El asunto es la honestidad, una virtud que antes se presumía como una medalla ganada en las batallas. ¡Todo … menos deshonesto! … Todavía hace unos 50 o 60 años, el lujo de un hombre o mujer era, ser y reconocerse honesto; era tan importante que no se cedía ante el más pequeño robo … y son famosas las novelas sobre personas que, por un pequeño robo, eran condenados a pasar un largo tiempo en el penal.

Conocida, es sin duda, aquella novela de Víctor Hugo: Los Miserables; que es una crítica al sistema de justicia francés del siglo XIX, donde el personaje principal, Jean Valjea es un sufrido exconvicto que tiene que cambiarse hasta el nombre para incorporarse a la sociedad de su tiempo. Y resulta que es un alma noble que persigue el inicuo policía Javert.

Es la típica novela que por un pan pasa 20 años en el presidio. La novela trata de este pequeño robo (un pan) que deriva en una larga condena en Tolón. Durante el siglo XIX al XX, el robo, por más insignificante, traía consigo una dura condena.

En nuestro tiempo, ya no se trata de un pan robado por el hambre … Ahora, vemos el robo no sólo de un pan, sino el robo de toda una cadena de panaderías, provocada por la desmedida ambición.

Muchas personas en nuestros días, robamos hasta inconscientemente … Robamos a los padres, los padres a sus patrones, los patrones a los proveedores, los proveedores a los empleados, éstos a sus patrones, y ni siquiera se dan cuenta … porque el robo más común es el tiempo de los demás … el ocio y la "necedad" de diversión nos roba nuestro tiempo y nosotros robamos la honestidad y el buen nombre de la gente … por puro deporte, sin necesidad y sólo por criticar y matar el tiempo.

En cambio, la clase política en nuestro medio roba sin medida … gigantescas cantidades de dinero del erario público pasan a los bolsillos de los servidores públicos, que, sin ningún rubor, roban descaradamente a la nación.

Todo esto pasa porque en nuestra infancia, pocos en la actualidad, nos pone freno …Primero son centavos o golosinas … en el futuro, ¡es el dinero público para obras sociales!

Antes, si faltaba un centavo del "vuelto" del mandado nos azotaban duramente, por eso, el robo del bien ajeno no era una práctica común … era muy mal visto por una moral social impregnada de honestidad.

Lamentamos profundamente, como San Agustín, el robo de unas manzanas, que era poca cosa … pero no era el valor sino la acción de robar … San Agustín se duele profundamente por este hecho hasta su muerte.

El pequeño robo era tan duramente castigado porque todo mundo adivinaba que en el futuro serían enormes valores el objetivo del ladrón.

El peor epíteto con el que te pueden señalar en el presente es ése, el de ladrón … ¿A quién le gusta que lo juzguen de esa manera? … Sin embargo, lo somos … No nomás robamos el bien ajeno, robamos la posibilidad de ir al Cielo … un pequeño o gran robo … te cierra las puertas del Paraíso. Es por esta razón, que se encuentra en las tablas de la Ley … el robo es un pecado contra esta disposición del Creador.

¡No se vale perder la gloria por bagatelas! … Si hay que robar … bueno, hazlo como el buen ladrón … ¡Róbate el Cielo!