¿QUÉ CLASE DE ALIVIO SE ENCUENTRA EN BELÉN?

26.11.2021

Después de once meses de vivir este año, probablemente nos sintamos algo cansados por todos los trabajos realizados o por el peso de algunas penas, conflictos, reveses, enfermedades o pérdidas que fatigaron nuestro caminar por la vida. Aunque no a todos en igual grado, ciertamente la llamada pandemia nos ha afectado en lo corporal, en lo laboral, en lo económico, en lo social, en lo educativo y, peor aún, en lo emocional y en lo espiritual.

Ojalá que la enfermedad, el desempleo, la deficiente e insegura economía o la muerte nos haya abiertos los ojos acerca de lo pasajero de los bienes terrenos, y nos haya permitido acercarnos aún más a Dios, pero... ¿habrá sucedido esto en la mayoría de los cristianos? O, por desgracia, con estas pruebas difíciles ¿nuestra Fe se ha entibiado, nuestra Esperanza flaquea y nuestro amor a Dios, Caridad, se trocó en indiferencia y en enojo infantil para con Su Divina Providencia?...

Querido amigo o amiga, recuerda que en este Tiempo de Adviento, de preparación para el Nacimiento del Niño Dios en nuestras almas, vuelve a hacer tuyas las consoladoras palabras de Nuestro Señor: Venid a Mí todos los agobiados y los cargados, y Yo os haré descansar (Jn. XI, 28).

Estas dulces y confortantes palabras que Nuestro Señor Jesucristo pronunció en edad adulta durante su vida pública, promoviendo la infancia espiritual entre los hombres para más fácilmente acceder al Cielo, son las mismas palabras que 33 años antes nos hubiera dicho Jesús en el pesebre de Belén.

Hoy, que te sientes fatigado, confundido o apesadumbrado, emprende tu camino hacia Belén, porque ahí está lo que buscas, lo que necesitas para fortalecerte en alma y cuerpo: luz para ver más claro, fortaleza para soportar mejor, consuelo para sanar las heridas, perdón para brindarte paz, generosidad para dar y perdonar... No tengas la menor duda; en el Niñito Dios encontrarás la Sabiduría, la Fortaleza, la Alegría, la Misericordia, la Caridad, la Humildad... y la Paz que todos necesitamos.

El Niñito Dios, no por ser pequeño es menos Dios... Sus susurros son tan verdaderos como la Palabra de Jesús Maestro, y sus lágrimas tan eficaces como la Preciosísima Sangre de Jesús Redentor, y Sus sonrisas tan salvíficas y gozosas como las llagas radiantes de Jesús Salvador... Pídele todo al Niñito Dios. ¡Él lo puede todo!

Emprende el camino hacia Belén pues ahí está tu alivio... Vive el Adviento limpiando tu alma para que abraces al que es tu Salvación...